El 69% de los jóvenes se ha sentido solo alguna vez en la vida

08/02/2024

diarioabierto.es. El problema de la soledad no deseada afecta más a las chicas, a los parados o en situación de pobreza y a los que tienen mala salud física o mental.

El 25,5% de los jóvenes españoles de entre 16 y 29 años aseguran sentirse solos en el momento actual. El porcentaje llega al 69% si se suma a las personas que se han sentido solas en algún momento de su vida, según el primer Informe sobre soledad no deseada de la juventud realizado hasta la fecha en España e impulsado por SoledadEs, el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada de Fundación ONCE, en colaboración con Ayuda en Acción.

La presentación del informe contó con la presencia de la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego; el vicepresidente del Consejo de la Juventud de España, Juan Antonio Báez; Miguel Carballeda, presidente del Grupo Social ONCE; Jaime Montalvo, presidente de la Fundación Ayuda en Acción; Matilde Fernández, presidenta del SoledadEs; y Matías Figueroa, director de Programa Europa de Ayuda en Acción, y fue moderada por José Manuel González Huesa, director general de Servimedia.

El estudio muestran que el 77,1% de los jóvenes afirman conocer a otras personas de
su edad que se sentirse solas sin desearlo. Señala también que tres de cada cuatro jóvenes que dicen sufrir soledad no deseada (75,8%) aseguran sentirla desde hace más de un año, y casi la mitad (45,7%) desde hace más de tres.

La pandemia es la causa de esta situación solo para el 20,4%, lo que supone que hay un 79,6% que atribuye la soledad a otras causas.

En cuanto a la intensidad y peores momentos del sentimiento de soledad, el 71,4% de los jóvenes que se sientes solos manifiestan sufrir este problema “con frecuencia” y el 30,5% lo acusan sobre todo por las noches.

La soledad juvenil afecta más a mujeres (31,1%) que a hombres (20,2%), a jóvenes de entre 22 y 27 años, a personas en desempleo, en riesgo o situación de pobreza, que han sufrido acoso escolar o laboral, con mala salud física o mental, con discapacidad, origen extranjero o que son LGTBI, entre otras condiciones.

La prevalencia de soledad no deseada en jóvenes de hogares con dificultades económicas es casi el doble que entre jóvenes de hogares que llegan con facilidad a fin de mes (36% frente a 19,4%).

El estudio subraya también que “existe una fuerte relación entre el acoso escolar o laboral y la soledad no deseada en la juventud”: el porcentaje de personas que han sufrido acoso escolar o laboral alguna vez en su vida es casi el doble en el grupo de jóvenes que padecen soledad no deseada que en el formado por los que no la padecen (58,1% frente al 32,1%).

Cuatro de cada diez personas jóvenes en España han vivido una experiencia de este tipo, “lo que subraya la necesidad de abordar este fenómeno con carácter de urgencia”.

El éxito o el fracaso estudiantil está relacionado también con la soledad, según este estudio, que arroja un resultado de 10 puntos superior en cuanto a prevalencia de soledad en la juventud que ha repetido curso alguna vez frente a la que no ha repetido. De hecho, el rendimiento académico bajo es un factor que tiene mucha o bastante influencia en la soledad según el 57,1% de las personas que sufren soledad.

El estudio pone de manifiesto la relación existente entre los problemas de salud
mental y la soledad no deseada de la juventud. Así, Las personas jóvenes con problemas de salud mental percibida o diagnosticada tienen una probabilidad 2,5 veces mayor de sufrir soledad no deseada, quienes sufren ansiedad o depresión un 89,2% más, aquellas que reconocen tener una baja autoestima un 83,2% más y las que han tenido pensamientos suicidas un 81,1% más.

En la misma línea y a pesar de que la sociedad española es cada vez más inclusiva, las personas de origen extranjero o LGTBI sufren mayores tasas de soledad y “lo más
importante, el origen y la orientación sexual tienen un efecto significativo sobre la soledad”.

Soledad y factores sociales

Por lo tanto, la importancia de la soledad no deseada está entrelazada con la de otros ámbitos de la política, como la salud, especialmente la mental, la inclusión
social o la lucha contra la discriminación.

La relación de la soledad con estas variables es en ocasiones unidireccional. La orientación sexual o el origen generan una mayor probabilidad de sufrir soledad,
pero no a la inversa, la soledad no puede cambiar el origen ni a priori influir sobre la
orientación sexual. En cambio, la relación de la soledad con otras variables es bidireccional: los problemas de salud mental generan una mayor soledad, y a la inversa, la soledad es perjudicial para la salud mental.

El hecho de que la cantidad de variables que son significativas sea amplia implica que la diversidad de perfiles y causas que generan la soledad también lo es. Si bien la
pobreza es una variable que tiene un efecto significativo en la soledad, no supone que la juventud con más recursos económicos no tenga ningún riesgo de soledad, pues
presentaría el mismo o incluso más si comparten alguna característica de riesgo, como un problema de salud mental.

Desde esta perspectiva, el estudio permite desmontar ciertas hipótesis relacionadas con aspectos tales como la ruralidad o las redes sociales y confirmar otras que tienen que ver con las relaciones de amistad o la salud mental. Así, indica que las redes sociales digitales no son importantes para la soledad. A pesar de que un tercio de la juventud las utiliza más de tres horas al día, su intensidad y frecuencia de uso no tienen un efecto en la soledad no deseada. En cambio, la presencialidad de las relaciones con amistades sí la tiene. Una persona que haga un uso extensivo de las redes sociales y tenga una rica vida social a nivel presencial a priori no se sentirá sola.

A pesar de la imagen de mayor aislamiento que se asocia a los pueblos y a las grandes urbes, la juventud que reside en municipios de tamaño medio (entre 50.000 y 500.000 habitantes) tiene un mayor nivel de soledad, en comparación con jóvenes rurales o que viven en grandes urbes. Los jóvenes residentes en este tipo de poblaciones presentan una probabilidad un 37% mayor de sufrir soledad.

Lo mismo ocurre con la vivienda, uno de los grandes problemas de la juventud actual, que sin embargo no tiene un efecto sobre la soledad. La prevalencia de la soledad en jóvenes que residen en piso compartido o en su propia vivienda es de hecho mayor que entre jóvenes que viven con sus padres (28% frente a 23,7%).

Además, el informe sostiene que contar con personas que puedan ayudar en caso de
problemas no es relevante para la soledad, dado que la gran mayoría de jóvenes que sufren aislamiento involuntario disponen de hecho de personas que puedan ayudar en caso de problemas. Sí lo es, en cambio, tener relaciones de amistad, ya que juegan un papel fundamental en la soledad no deseada. Esta importancia se da en la cantidad de relaciones, su calidad y su presencialidad.

En cambio, las relaciones en el ámbito familiar, y especialmente en el entorno de trabajo o estudio, son menos relevantes para explicar la soledad. La cantidad de relaciones con la familia no es un factor significativo de soledad, pero sí su calidad.

Recomendaciones

Con todos estos datos encima de la mesa, los autores del informe hacen una serie de recomendaciones para abordar el problema de la soledad no deseada en la juventud, que pasan por prevenir, detectar e intervenir:

  • construir escuelas inclusivas que contemplen la educación emocional;
  • proteger la salud mental en la adolescencia y la juventud;
  • fomentar la participación juvenil y las relaciones sociales mediante el ocio saludable;
  • desarrollar servicios de atención juvenil orientados a reducir la soledad;
  • integrar y reforzar el ecosistema institucional,
  • reforzar también las políticas educativas, de empleo y de inclusión social,
  • e impulsar acciones para reducir la soledad a través de las universidades.

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