LFDE avisa de la situación del mercado de oficinas en EEUU

12/02/2024

diarioabierto.es. "Con la aparición del teletrabajo y la 'oficina flexible', la demanda de metros cuadrados no ha recuperado los niveles anteriores a la pandemia”.

Clément Inbona, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE), pone el foco sobre los problemas que sufre el sector inmobiliario comercial estadounidense. Debido a “un alza muy acusada de los tipos de interés y el profundo cambio en los usos de las superficies, el segmento de las oficinas se ha convertido en el epicentro del terremoto».

El problema es que las turbulencias inmobiliarias provocan otras en el sector financiero, lo que «nos ha recordado malos tiempos, como el de las hipotecas de alto riesgo», o subprime.

«Actualmente, el quid de la cuestión reside en las tribulaciones que sufre el sector inmobiliario comercial estadounidense, que engloba el conjunto de los activos inmobiliarios menos la vivienda y las infraestructuras. Sacudido por un alza muy acusada de los tipos de interés y el profundo cambio en los usos de las superficies, el
segmento de las oficinas es el epicentro del terremoto. Con la aparición del teletrabajo y la ‘oficina flexible’, es decir, la ausencia de una oficina fija, la demanda de metros cuadrados no ha recuperado los niveles anteriores a la pandemia. Esta situación
desemboca en unas tasas de disponibilidad históricamente elevadas, a pesar del pleno empleo. Ante la caída de la demanda y una oferta que, por naturaleza, es rígida, lógicamente los precios se ajustan a la baja. Así, desde marzo de 2022, los precios de los inmuebles de oficinas en EE. UU. han registrado un descenso medio del 21 %, según el índice que elabora Green Street. Y ese es un factor que debilita los balances de los actores expuestos e inquieta a las autoridades», argumenta.

Janet Yellen, la secretaria del Tesoro estadounidense, ha expresado recientemente sus temores ante las consecuencias para el sector financiero, en un primer momento para los bancos regionales, principales financiadores del sector, y luego para las entidades de crédito hipotecario que no son bancos y, por ende, están menos reguladas.

«Aunque este temblor de tierra es de origen estadounidense, dentro de una economía globalizada provoca réplicas en otros continentes. Es el caso de Japón, donde la acción de Aozora Bank se ha dejado un tercio de su valor tras el anuncio de pérdidas anuales —no vistas desde 2009— provocadas por la depreciación de sus activos en EE. UU. Lo mismo ha sucedido en Europa, donde preocupan los bancos alemanes Deutsche Pfandbriefbank y Aareal Bank. Los bonos de estas entidades cotizan con
descuentos similares a los que sufrirían si tuvieran dificultades para refinanciarse. En este caso también, estos actores acusan su considerable exposición al mercado inmobiliario estadounidense», advierte.

«Aunque, desde la distancia, estas sacudidas parecen inquietantes, por el momento se circunscriben a actores de segunda fila. En conjunto, los resultados publicados por los grandes bancos son tranquilizadores y se han visto poco afectados por esta crisis. El sector bancario, ahora mejor capitalizado, mejor regulado y supervisado, ya no es el de
2008. En este sentido, no sorprende que estas grietas hayan aparecido en actores considerados como no sistémicos por los reguladores. Sí son, por el contrario, una consecuencia de un endurecimiento monetario que, al prolongarse en el tiempo, afecta en primer lugar a los sectores y actores que recurren al apalancamiento», explica.

«Por el momento, la debilidad del mercado de inmuebles comerciales de EEUU y sus daños colaterales en el sector financiero están acotados. Con unas autoridades vigilantes y unos bancos centrales dispuestos a intervenir rápidamente para evitar cualquier contagio de la desconfianza al conjunto del sector, esta crisis parece más un
fogonazo de gas grisú al fondo de una galería que el preludio del hundimiento de la mina», concluye.

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