Francisco, para muchos Paco, Ochoa es un periodista de amplísima cultura política, literaria y, sobre todo, musical, siempre adornada por el amor al mar. Su carrera profesional le llevó a ser reportero en el País Vasco, en momentos en que ETA trataba de acabar la Transición, cercenando cientos de vidas. También dirigió departamentos de Comunicación, como los de CEIM y CEOE; fue jefe de prensa y portavoz del Partido Liberal; jefe de prensa del Partido Popular en el Congreso de los Diputados, y director general de Comunicación de la Vicepresidencia Económica del Gobierno entre 1996 y 2002.

Sin embargo, donde nada como pez en el agua es rompiendo las olas de la literatura y la música. Por eso realizó acertadas críticas de discos en RNE, Época y Tiempo, y por eso ha aunado esas tres pasiones escribiendo “¿A ti quién te limpia los zapatos? Recuerdos de un periodista”, un libro interesante, divertido, elegante y reflexivo.

Transición ahora vituperada

Interesante, porque toca breve pero incisivamente, como con bisturí rápido y preciso, etapas políticas de enorme calado para entonces y para nuestros días. Ayuda a darnos cuenta de la importancia de la, ahora, vituperada Transición política y que, en general, ayudó a reconducir este país. Es verdad que junto a grandes ilusiones trajo decepciones y desfalcos sentimentales y políticos. Pero el balance es positivo.

Divertido, porque está salpicado de anécdotas y hechos que, en ocasiones, son hilarantes por su descripción y por la ironía con que los ilumina el autor. Hay mucho humor, a veces algo vitriólico pero necesario por los protagonistas y los hechos.

El libro también es elegante, tanto como una canción de Bowie. Apenas utiliza nombres. El narrador habla en tercera persona y hay mucho cuidado en no dañar cuando no es necesario. Si en algún momento lo es, se emplea pluma de seda.

Esta novela también es filosófica. Nos hace reflexionar acerca del paso del tiempo y de la línea tan frágil que separa el éxito de la caída; la salud, de la enfermedad; la amistad, del olvido y el cariño de la deslealtad. Todo plasmado por pinceladas brillantes. En este sentido, conviene leer con reposo y atención el capítulo de los “juguetes rotos”.

Beatles y Brincos

Y está la música, Beatles y Brincos en su infancia. Como introducción, el pop. Luego el Soul con Otis Redding, Aretha Franklin, Wilson Picket o Booker T. Y el rock: “Venus” de los holandeses Shockin Blue y “Jingo” de Santana fueron sus primeros singles. Más tarde, los progresivos, Yes, Floyd o King Crimson y los desparrames indulgentes. Sin olvidar a sus adorados Grateful Dead y “American Beauty”, que le quita el dolor de cabeza, o Jackson Browne, que le ayuda a olvidar amores perdidos, o artistas que le recuperaban la confianza en sí mismo. Cita a Neil Young, Kinks, Springsteen, Who o Traffic, entre muchos otros.

Y el Jazz. No podía faltar un estilo musical que fascina al autor. Habla admirado de Thelonius Monk y la película basada en su canción “Round Midnight” y de Miles Davis, Coltrane, Mingus y muchos otros que confirman su exquisito gusto, no solo musical, sino cultural y como persona.

Una persona excepcional que queda reflejada en un libro que le describe y explica de
forma interesante, elegante, divertida y reflexiva. Un libro, en definitiva, muy recomendable.

Sobre todo si queremos formarnos aún más en la asignatura de la vida.