El refrán de la paja en el ojo ajeno y la viga el propio serviría para resumir la sesión de control al Gobierno del 28 de febrero del corriente, Román, Cira y Marana en el santoral. Acusó el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de conocer y tapar la corrupción del “caso Koldo” (Koldo García, el fornido asesor y ayudante de José Luis Ábalos cuando era ministro de Transportes y secretario de organización del PSOE) en la compra de mascarillas durante la pandemia del
coronavirus. “Usted lo sabía y lo tapó”, dijo Feijóo “en nombre de todo el país” (nada menos). “Usted sabía lo que pasaba en el ministerio, lo cesó (a Ábalos) y lo aforó”.

Después, con solemne bamboleo de pendolista plasmó la gran frase para la posteridad: “Esta trama surge en la cabeza de su partido, está instalada en el corazón de su Gobierno y marca la partida de nacimiento de su carrera política”.

Y claro, Sánchez, un político socialdemócrata que ha sobrevivido a los más crueles denuestos y bastante mala leche, le contestó sin florituras: “Me causa sonrojo que piense que puede sacar tajada política de la corrupción”. Y afirmó con toda seriedad: “Este es un Gobierno implacable con la corrupción, un Gobierno incompatible con la corrupción”. Eso le dijo sin ahorrar una alusión a las prácticas corruptas que han afectado al principal partido de la derecha en las dos últimas décadas. A lo que
replicó el de Ourense, manejando fichas: “No esparza a nadie lo que usted tiene en la mano”.

Al advertir que quizá no se había explicado bien, el jefe del Gobierno aprovechó el tiempo que le quedaba para aclarar que no tiene nada que ocultar ni ha tapado nada, colabora plenamente con la Justicia, ha propuesto una comisión de investigación parlamentaria y asume de antemano las responsabilidades políticas (“además de las penales”) que hubiere. Pero Sánchez no se quedó ahí. Recordó: “Llegamos al Gobierno para desterrar la corrupción”. Y volvió el espejo hacia Feijóo: “Y usted llegó a la presidencia del PP para taparla ¿Por qué cayó Casado? Por denunciar la corrupción de Ayuso. Y usted está en pie por tapar y tolerar esa corrupción”.

Luego ya, el portavoz del Grupo Popular, Miguel Tellado, se lanzó a la yugular del ministro de Justicia con la misma acusación: “Lo sabía todo hace dos años y se calló”. Después de reprochar la prisa del presidente Sánchez (“Ha salido por piernas”, dijo como si ignorara las ocupaciones de la Jefatura del Gobierno), describió un panorama horroroso, con el Ejecutivo “cercado por la corrupción política, moral y económica” de unos tipos que “no paran de robar”. Eso dijo. Le contestó el ministro Félix Bolaños
asegurando que “colaboramos con la Justicia en cuanto tuvimos información –el sumario era secreto– y no ocultamos ni destruimos pruebas ni ordenadores. Imagino que esto, dados los antecedentes del Partido Popular le parecerá muy sorprendente”.

Más allá de la repugnancia que a Bolaños, al propio presidente Sánchez y a los socialistas les produce la corrupción, lo cierto es que la implicación del que fuera asistente del exministro Ábalos en una trama de comisionistas para importar mascarillas durante la pandemia ha venido a sumarse a un mal comienzo político de la legislatura, sólo atemperado por los resultados económicos y el aumento del
empleo. Pero como dijo el que dijo, con estos bueyes hay que arar.