No hay legislatura en la que no salte un escándalo de corrupción. El bipartidismo no es solo hegemónico en el Congreso de los Diputados desde que pasamos de la dictadura a la democracia. También es hegemónico en la corrupción, las demás denuncias han quedado en fuegos de artificio que han hecho más ruido que llevado a los acusados a la cárcel.

PSOE y PP, PP y PSOE, no solo protagonizan la alternancia en el Palacio de la Moncloa sino también en la Audiencia Nacional y en el Tribunal Supremo. Casos que nombrar hay a cientos, a algunos presidentes del Gobierno, como M. Rajoy le costaron hasta la presidencia y otros como los andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán terminaron ante el paredón del PP y de los medios de comunicación, primero, y luego ante el supremo para escapar de la cárcel.

Ahora los titulares desde hace dos semanas se centran en el ‘caso Koldo’, con implicaciones que podrían afectar desde a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, y a ministros como Torres o Puente y al ya diputado del grupo Mixto, Ábalos. Eso en el bando socialista y por la compra de mascarillas durante la pandemia.

Pero el PP tampoco se escapa de las sombras de sospecha. No por el ‘caso Koldo’ aunque indirectamente algún presidente autonómico del partido pudiera salir salpicado, si no por el ‘caso Perla Negra’. ¿Cómo no? Una vez más el PP se ve implicado en una trama de corrupción urbanística en una comunidad que presidente desde 1987. Están imputados cinco ex altos cargos de la cúpula de la Consejería de Economía y siete empresarios y los delitos de los que se les acusan son por tráfico de influencias y revelación de secretos. En entredicho queda un sobre coste de una operación urbanística de 20 millones de euros.

Este toma y daca entre PP y PSOE, el y tú más, lo único que pone de manifiesto es que el problema de la corrupción sigue sin resolverse, parece que forma parte del ADN de algunos políticos sean del partido que sean. Muchos de los que llegan a tener algo de poder se dejan llevar por el dinero y ejercen su cargo para conseguirlo. Los españoles no nos acostumbramos, ni queremos, a convivir con la corrupción de nuestros políticos, pero los populares y socialistas parecen empeñarse en que son ellos y sus corruptelas o la nada.