«Me parecía extraño no tenerlo, pero lo que distingue a este galardón es que ha sido otorgado por mis compañeros y quiero decirles que me hacía falta, que lo quiero, que lo amo, que me pone contentísima y que deseo que lo compartan conmigo todos los actores y actrices», ha afirmado la actriz al conocer la concesión del galardón.

TODA UNA VIDA DEDICADA AL TEATRO

La actriz Nuria Espert comenzó a los 13 años su relación con el teatro. Comenzó en la Compañía Titular Infantil del Teatro Romea de Barcelona. Desde entonces, solo dejó los escenarios en una ocasión para «tomar aire», erigiéndose en una de las figuras más destacadas de la escena de España y Cataluña.

No es de extrañar que siempre diga que «el teatro es mi vida directamente», aunque «he tenido más cosas». Se refiere a sus hijas, sus nietas y a Armando, su marido. Pero «si tengo que poner algo definitivo en mi vida, aparece el teatro con muchísima fuerza». Y todo porque «cuando nos tiene agarrados, no nos suelta». Por este motivo, asegura la actriz, «me dijo, tú no te vas a librar de mí, y así fue».

A sus casi 90 años, Espert considera que su legado es «solo es mi trabajo», y que el teatro la ha servido para «navegar, flotar y respirar». En su opinión, dedicarse al teatro no da tranquilidad, al contrario, «te espabila».

Fue una de las primeras pioneras en el teatro del siglo pasado al fundar su propia compañía en 1959, con su marido, Armando Moreno, fallecido en 1994. Así protagonizó obras como ‘Gigi’, de Colette, y ‘Las criadas’, de Jean Genet, y fueron los textos de Federico García Loca (‘Yerma’ la consagró, con más de 2.000 representaciones en el Teatro de la Comedia de Madrid) y Valle-Inclán los que le abrieron las puertas de los grandes teatros de todo el mundo, emprendiendo una gira internacional que perduró casi una década.

Sus éxitos en la escena la empujaron a emprender nuevos proyectos como directora a partir de 1986, tanto en el teatro como en la ópera. Los espectadores pudieron disfrutar de obras como ‘Madama Butterfly’, ‘Elektra’, ‘Rigoletto’, ‘La traviata’, ‘Carmen’, ‘Turandot’ o ‘Tosca’, representadas en el Liceu de Barcelona, Covent Garden, Lyric Hammersmith de Londres, Royal Theatre de Glasgow, la ópera de Los Ángeles, La Monnaine de Bruselas, Maestranza de Sevilla, Teatro Real de Madrid y el Tokyo Opera House, entre otros, compartiendo responsabilidad con directores musicales como Plácido Domingo o Zubin Metha.

Su marido, Armando, fue el responsable de esta nueva faceta, el que la dio «la fuerza para hacerlo, confiaba en mí, cuando yo no me atrevía». Su trabajo y buen hacer la llevaron al mundo de la ópera con obras que «circularon por todo el mundo».

Pero en teatro también ha dirigido a actores como Glenda Jackson y Joan Plowright en ‘La casa de Bernarda Alba’ en Londres; a Irene Papas en ‘Medea’ en Barcelona o a Tamasaburo Bando en ‘Contradanza’ en Tokio. Nuria Espert no ha tenido fronteras ni límites. También codirigió el Centro Dramático Nacional entre 1979 y 1981, encargándose de la programación del Teatro María Guerrero de Madrid.

La edad no es un obstáculo para seguir vinculada al teatro. Asegura que no renuncia a las tablas: «Yo pensaba que había hecho todo, pero entonces me llegó el texto de ‘La isla del aire’, con Mario Gas, una obra que me da la oportunidad de ser divertida, de ser malvada y de reírme de mi sombra”.

“Y todo esto coincide con el Premio Max y me hace una ilusión extraordinaria”, reconoce la actriz al saberse acreedora del premio más importante del teatro a toda una trayectoria profesional.