¿Qué pasaría si Carles Puigdemont tuviera los apoyos necesarios para ser investido presidente de la Generalitat?
Los socialistas dan por hecho que Salvador Illa ganará las próximas elecciones y estará en condiciones de escoger compañero de viaje, Pedro Sánchez asegura que Catalunya se ha pacificado, populares y Vox hablan de crispación insoportable mientras dirigentes de Ciudadanos suplican cambiarse de camisa y buscan un hueco en las filas del PP. Mientras, en las filas nacionalistas hay una guerra fratricida entre Junts y ERC para liderar este espacio.
El discurso que hacen los partidos estatales se basan en buena parte en una lectura muy sesgada de la realidad. Ciudadanos irrumpió en el mapa político con la campaña de que el castellano estaba discriminado, hecho que no sólo es mentira, sino que creó un problema donde no lo había. El PP hasta entonces siempre había aprobado la ley de normalización lingüística, pero se sumó a la campaña de Ciudadanos promocionando la catalanofobia y extendiéndola al resto de España, en especial en el País Valenciano y las Baleares e inventándose un clima de crispación en la sociedad que sólo ha existido cuando ha habido provocadores por parte españolista que no han dudado en ejercer la violencia ante el beneplácito de las autoridades.
Tras el referéndum sí que hubo extrañas operaciones policiales y judiciales que propiciaron una represión similar a la sufrida en el País Vasco en los sangrientos tiempos de ETA y la sensación del mundo nacionalista que eran tiempos para recoger las velas y esperar. Mientras Puigdemont trabajaba activamente desde Waterloo como un llanero solitario, creando no pocos problemas al gobierno español. Cabe señalar que el discurso oficial lo denuncia como “fugado” cuando dejó España de forma regular de España, atendió los requerimientos judiciales de diferentes países europeos y se mostró dispuesto a declarar por videoconferencia ante los tribunales españoles. Pero esto lo silencian.
En las próximas elecciones catalanas no sé si habrá “efecto Puigdemont” y pueda saltar la sorpresa en las urnas, pero está claro que el relato que se hace en España de la situación puede ser muy diferente al que hacen los catalanes de la situación y la repetida consigna “ni olvido ni perdón” que es habitual en las manifestaciones no sería extraño que se plasmara en las urnas. Máxime cuando la apuesta de Puigdemont es clara: se lo juega al todo o nada y renuncia a volver a ser candidato a las europeas. No deja de ser una “quijotada” pero como sabe Pedro Sánchez, estas actitudes a veces salen bien.
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