Un mundo sin ley

12/04/2024

Josep M. Orta.

Empieza a ser alarmante el desgobierno del mundo. Desde hace un tiempo parece que muchos se pasan las leyes, los tratados, los organismos internacionales… por el forro. Hemos entrado en una situación que las reglas del juego ratificadas aceptadas por todos ya son demasiados los que no tienen el más mínimo escrúpulo en infringirlas.

La violación de la embajada de México en Quito por parte de la policía ecuatoriana para detener a un asilado político es el último de los ejemplos de la ruptura de este orden mundial. Que esta agresión se resuelva con la ruptura de relaciones entre los dos países y la condena de los organismos internacionales es algo más que preocupante. Las consecuencias que se pueden derivar de este atentado no son otras que crear una gran inseguridad en las delegaciones diplomáticas dado que cualquier país puede saltarse a la torera la inmunidad con las que están protegidas estas sedes e invadir impunemente cualquier delegación diplomática (que formalmente es territorio de otro estado) cuando lo considere oportuno.

Pero también se ha deteriorado el papel de organismos internacionales como las Naciones Unidas, institución creada en 1945 tras la Segunda Guerra Mundial para tratar de resolver mediante la diplomacia y el diálogo los conflictos ente países. Su papel de mediador no siempre ha sido respetado especialmente cuando uno de los litigantes afectaba a una de las grandes potencias, pero la impotencia que ha demostrado estos días en los conflictos del Oriente Medio y de Ucrania es para reconsiderar seriamente el papel de esta institución, así como el de los convenios internacionales que muchos países  firman con gran parafernalia, pero les importa poco ignorarlos cuando sus intereses se ven afectados.

Además, estos días contemplamos que el presunto genocida Benjamín Netanyahu ha hecho oídos sordos no sólo a los patéticos llamamientos del secretario general de las Naciones Unidas respondiendo con un insultante menosprecio, sino que además ha despreciado las exigencias de su gran protector y financiador, el presidente de los Estados Unidos.

El drama humano de este conflicto es de sobras conocido y no es muy diferente al del holocausto alemán, sin embargo, no hay que olvidar que también hay algunos grandes beneficiados con estos conflictos como el de Ucrania, que no son otros que los fabricantes de armas que están haciendo su agosto con estas guerras. Es más que cínico el doble lenguaje de unos países que exigen públicamente el fin de los conflictos sean los principales suministradores de armas a los países enfrentados, y ello lo hacen, claro, con nuestros impuestos.

Estamos creando un nuevo orden mundial con unas nuevas reglas que no están escritas y de las que sólo tienen las claves gente muy selecta.

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