También se cansan los metales

26/04/2024

Luis Díez.

Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le han dado donde más le duele, en la persona de su esposa o compañera, como prefieren los socialistas, Begoña Gómez, quien ha sido incriminada por presunto tráfico de influencias y corrupción por un juez de Madrid a instancia del dirigente de la entidad ultraderechista Manos Limpias y después de varios meses de ataques de los jefes de la derecha política extrema y la extrema derecha, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, respectivamente. Sánchez decidió a última hora del miércoles lanzar una carta a la ciudadanía en la que anuncia la suspensión de su agenda para abrir una reflexión personal sobre si merece la pena seguir como presidente del Gobierno ante el enfangamiento de la política por parte del PP y Vox. El resultado de la reflexión lo comunicará el próximo lunes, 29 de abril, en rueda de prensa.

Solo unas horas antes, el presidente había contestado con aire cansado y cara de pocos amigos a una pregunta del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, sobre si cree en la Justicia. Su respuesta fue: “Pues fíjese, en un día como hoy, y después de las noticias que he conocido, a pesar de todo, sigo creyendo en la Justicia de mi país”. Sánchez se refería implícitamente a la investigación sumarial abierta por el juzgado 41 de Madrid contra su compañera Begoña Gómez. Según una información difundida a última hora del martes, 23 del corriente, ese juzgado ha admitido una denuncia de Miguel Bernad, un tipo que al frente del ente Manos Limpias se dedica a instrumentar causas judiciales para cobrar importantes cantidades de dinero de bancos y empresas. Sus supuestas extorsiones eran, por lo visto, plenamente legales, ya que fue absuelto recientemente. En su denuncia contra la esposa del jefe del Gobierno la acusa de tráfico de influencias y corrupción en los negocios por su tarea en el IE África Center.

Como es sabido, el líder del PP, Núñez Feijóo, abrió la veda contra la esposa del presidente desde que éste le reclamara en el Pleno del Congreso hace dos meses que pidiera la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por las mordidas millonarias de su pareja de hecho, Alberto González Amador, en la contratación de mascarillas durante la pandemia. El novio de Ayuso, que obtuvo dos millones de euros por sus gestiones enmascaradas e incurrió en delito de fraude fiscal, ha intentado por todos los medios evitar el juicio para no dañar a Ayuso.

A partir de la respuesta de Feijóo, aludiendo a la familia de Sánchez, como la vía correcta para defender a Ayuso, el lanzamiento de fango contra la persona más cercana al presidente ha sido constante. Las informaciones sesgadas, cuando no abiertamente mendaces, de algunos medios remunerados por las derechas sobre Begoña Gómez han culminado con la formación de una resma de fotocopias como base de la denuncia del señor Bernal. Con anterioridad, Feijóo utilizó la vía administrativa, apelando a la Comisión de Vigilancia y Control de Alto Cargos por si Sánchez hubiera incurrido en falta o irregularidad para beneficiar a su compañera. No hubo tal.

Por lo demás, la semana parlamentaria ha dejado asuntos tan significativos como el rechazo del PP a la ayuda humanitaria a los palestinos de la masacrada franja de Gaza y los también desaforados intentos del acendrado pro israelí Elías Bendodo de vincular al exministro de Sanidad y candidato socialista a la presidencia de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa, con la “trama Koldo” de compra de mascarillas. “La justicia le pisa los talones”, llegó a afirmar Bendodo sobre Illa, quien aclaró que habló una vez con Koldo y para indicarle que se dirigiera a los técnicos de su departamento, que, por cierto, no utilizaron sus servicios. Koldo compareció en la comisión de investigación paralela auspiciada por el PP en el Senado, pero sólo contestó al portavoz del PP que le llamó “miserable”, recordando el refrán: “Cree el ladrón que todos son de su condición”.

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