Sánchez y el rey Midas

12/06/2024

Rocío Del Carmen Rodríguez.

Ten cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad. Esta es la frase que
resonó en la cabeza del rey Midas de Frigia cuando, después de salvar a un viejo sátiro, el dios Dionisos le otorgó el don de convertir en oro todo lo que tocara. Al principio la cosa no iba mal: aquí y allá todo lo que el rey deseaba terminaba convertido en oro y sus súbditos parecían encantados, pues ¿qué hay mejor que un rey capaz de crear riqueza con solo usar un dedo? Pero entonces un día su hija, una dulce niña pequeña, quiso darle un abrazo a su padre y este, sin darse cuenta del peligro, rozó el hombro de la princesa, convirtiéndola al instante en una inerte estatua de oro puro. La desolación fue terrible en el castillo, pues el don se había convertido en el peor de todos los castigos.

La prensa es hoy en día como aquella princesita que corrió confiada a los brazos de su
padre y que en vez de un abrazo cálido encontró la muerte en la apariencia del metal dorado, la misma joven cuyo futuro se perfilaba prometedor y que terminó decorando el rincón más oscuro del castillo de un rey incapaz de controlarse a sí mismo.

No nos engañemos: la libertad de prensa lleva en peligro desde hace ya varios años, sin embargo, parece haber encontrado en este tiempo convulso y enfermo de populismos incapaces de aceptar su retorcida naturaleza el momento idóneo para empezar a quebrarse por los pies. Siempre se ha dicho que la prensa nunca fue libre, que siempre estuvo atada a los intereses espurios de esta u otra ideología, y es cierto, más incluso teniendo esto presente resulta que incluso la prensa que de forma tan feroz se había entregado a los extremos ideológicos a los que se les llenaba la boca de “progresismo”, de “libertad”, de “igualdad” y un largo etcétera comienza a darse cuenta de que nunca tuvo el menor valor para nadie. Tan solo una herramienta de usar y tirar que, a la mínima reacción, a la mínima palabra fuera de lugar, sería despojada de todo derecho y arrojada a las fieras del improperio y el fanatismo.

Este es el caldo de cultivo para la imposición del pensamiento único, un caldo que ya empieza a hervir y del que han salido quemados muchos profesionales del sector que no quisieron vender más fragmentos de sus almas por un objetivo que ni siquiera era suyo.

Al fin y al cabo, no se puede servir a dos señores al mismo tiempo: o el oro o la libertad. Aunque servir a la segunda implique acabar siendo lapidado por la primera.

Escribir estas palabras aquí, en este mismo artículo, es ya en sí mismo un ejercicio no exento de riesgo que sin duda atraerá opiniones de todo tipo, entre las que destacarán las que asuman, sin el menor sentido de la razón, que el mero hecho de denunciar una situación sangrante me posiciona en el extremo contrario del abanico político. Nada más lejos de la realidad.

Pero la realidad, ¿qué importa, no es cierto? Mientras sigamos gobernados por un rey Midas capaz de convertir en oro todo lo que desee y aupado por unos súbditos que celebran cada ocurrencia con los ojos vendados, incapaces de entender que su dignidad está por encima de cualquier ideología, todo parecerá seguir bien.

La prensa libre terminará muriendo, pero dirán algunos, al menos lo hará convertida en
una bonita estatua de oro.

(©Rocío Del Carmen Rodríguez)

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