La Unión Europea está dando pasos inequívocos hacia un futuro peligroso siguiendo la senda marcada por los populismos y la ultraderecha.
El programa de Giorgia Meloni en Italia dirigido a reubicar a inmigrantes, o mejor dicho encarcelarlos, en Albania parece ser que es del agrado de muchos de los que mandan en la UE.
La sola idea de que se lo planteen es difícil de digerir y la repugnancia que sentimos en Reino Unido con los planes de la secretaria de estado Priti Patel y continuada por la aún más infame Suella Braverman de enviar a los inmigrantes a Ruanda es ahora replicada por una Italia de vergüenza, y el interés mostrado por parte de la UE es inaceptable.
La “compra de servicios” a países vecinos que no pertenecen a la UE como Albania solo son posibles por la tibieza de una UE que se lava las manos demasiado a menudo con las crisis internacionales que tenemos a cientos de kilómetros. Israel solo puede mantener su desafío gracias a una UE cómplice con la masacre en Palestina y que parece que se olvida de las sanciones cuando se trata del genocidio dirigido por Netanyahu.
La búsqueda de países como Ruanda o Albania como destinos para estos centros de internamiento de inmigrantes tiene un tufo imperialista y colonizador que apesta.
Albania no ha sido admitida en la UE por múltiples razones y se les exige una serie de reformas estructurales que pasan inequívocamente por avanzar en reformas judiciales, luchar contra la corrupción, y fortalecer las instituciones democráticas.
Igualmente, han de alinear la legislación albanesa con el acervo comunitario en diversos sectores, como el medio ambiente, la agricultura y la justicia, y además complementarlo con lograr un consenso amplio sobre este proceso dentro del país.
Mantener a una Albania fuera de la UE para hacer en su suelo lo que no se puede hacer en la UE es un regalo para las ultraderechas que buscan reducir los derechos humanos a su mínima expresión. Quizás todas las deficiencias que frenan la entrada de Albania en la UE sean las razones principales que le hagan país propicio para esta “externalización de servicios”.
La reciente sentencia en tribunales italianos en contra del plan de Meloni no ha retrasado la escenificación de estos traslados y hemos visto fotos aéreas de las instalaciones que recuerdan a los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial …pero los 12 inmigrantes que inauguraron este plan deberán ser devueltos a suelo italiano.
La UE, con los posibles envíos de migrantes a centros fuera de la UE, sin ninguna duda violaría los derechos fundamentales de aquellos que llegan a suelo europeo, entre los que está el poder solicitar asilo.
Esta medida igualmente supondría lavarse las manos con una externalización de la responsabilidad de la UE hacia terceros países, que ha sido ideada por partidos que abanderan unas políticas que creíamos superadas en Europa. Existe preocupación sobre las condiciones de vida y las garantías legales que se ofrecerán a los migrantes en estos centros, donde estarán expuestos a regímenes que no difieren de los que se viven en nuestras cárceles, victimizado a todos y todas las inmigrantes.
Algunos analistas y políticos europeos han advertido que copiar el enfoque de Meloni podría ser un alejamiento de los valores fundamentales de la UE, que incluyen la defensa de los derechos humanos y la protección de los refugiados. Adoptar una postura más dura podría alimentar la xenofobia y el nacionalismo en Europa, al tiempo que se debilita el compromiso con los principios humanitarios.
En este momento podemos ver como desde diferentes partidos y medios se está haciendo una campaña anti inmigrantes y los bulos y las mentiras constantes están ganando adeptos, no solo en la ultraderecha… poco a poco va llegando el discurso al resto de la población.
Muchos en Reino Unido tras el Brexit hemos sacado nuestras banderas de la Unión Europea a la calle, pero con actitudes como el cambio en el trato a la inmigración quizás tengamos que refrenar nuestro europeísmo. La UE se está metiendo en unos terrenos farragosos y parece empeñada en dejar de lado su rol de paladín de la justicia internacional y valores democráticos.
La UE se ha presentado tradicionalmente como un actor global comprometido con los derechos humanos. Si bien la cooperación con terceros países en la gestión migratoria es necesaria, muchos temen que la UE esté sacrificando sus propios valores a cambio de soluciones a corto plazo. Esto podría afectar negativamente la imagen de la UE en el escenario internacional y en sus relaciones diplomáticas y hará que muchos países que trabajan por acercarse a los estándares de la UE dejen de ver al bloque europeo como el modelo al que deberían aspirar.
A pesar de las medidas restrictivas, los expertos en migración sostienen que este tipo de políticas no resolverán los problemas estructurales que impulsan la migración. El control fronterizo más estricto y la externalización no han reducido de manera significativa las llegadas de migrantes en el pasado. Sin soluciones a las causas subyacentes, como la inestabilidad política y la pobreza en los países de origen, sabemos que la presión migratoria continúe creciendo.
En las políticas migratorias los gobiernos y los políticos deberían darse cuenta de que no estamos hablando de mercancía ni capitales… los afectados son personas y el tratamiento que se les está dando es una vergüenza.
Desde el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior al que pertenezco, la semana pasada hicimos una declaración institucional en relación con la perspectiva social de la migración. En este texto manifestamos que “tanto la ciudadanía española en los países de residencia en todo el mundo, como los migrantes en nuestro país, merecen una consideración positiva que ponga en valor su contribución y que, para ello, es esencial que las informaciones sobre este fenómeno se basen en hechos contrastados, eviten la propagación de bulos y reconozcan la sinergia social que implica la convivencia de orígenes y culturas diferentes.”
Podríamos copiar a Italia en muchas cosas… pero no en temas migratorios.
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