Hermano, yo no te creo

28/10/2024

David Casarejos.

La sociedad está cambiando y ya no tenemos las tragaderas que solíamos tener. Aquel “ha sido un descuido” u otras excusas peores han pasado a la historia y ahora el que la hace la paga, sea quien sea.

El tema de esta semana en nuestro país parece que es la dimisión de Íñigo Errejón… o quizás la noticia haya sido la constatación de que estamos rodeados de lobos con piel de cordero.

Evidentemente, la membresía de Errejón y su posicionamiento político en un partido que, como su predecesor, ha trabajado por lograr avances en temas de feminismo le otorgaba un cierto halo de limpieza y le diferenciaba del resto de los políticos que se sientan en el hemiciclo.

La cultura en la que muchos hemos nacido, nos hemos criado y hemos sido educados y que por la diferencia de edad no dista tanto de la de Íñigo Errejón es una cultura machista y muy tóxica. No parece que haya cambiado demasiado con las noticias que estamos acostumbrados a leer sobre violaciones grupales por jóvenes o palizas con tintes homófobos…

Las excusas aludidas por parte de Íñigo Errejón no hacen más que intentar esconder en palabras grandilocuentes una actitud asquerosa y que muestran un narcisismo enfermizo.

Todos nos veíamos empujados desde la adolescencia a intentar mostrar nuestra “hombría” a la hora de ligar y no estaba bien visto salirte de la norma, pero al final la decisión de traspasar varias líneas rojas y convertirte en un agresor era decisión personal.

Por los 90, el término agresor no se usaba como se usa en la actualidad y solo se reservaba para casos “más graves” … Pero un agresor es el que agrede y ya no hacen falta ni denuncias ni sentencias y eso es lo que hace que el Sr. Errejón haya tenido que dimitir al salir los primeros rumores.

Una parte de la población masculina tienen unos cuantos episodios que esconder y se han visto protegidos por una cultura que ha ayudado a minimizar actitudes reprobables. La cultura española está muy unida al alcohol y al uso de sustancias, y en cierta medida la combinación de una cultura machista con la falta de control contribuye en el comportamiento de muchos de nuestros jóvenes y no tan jóvenes, pero esta falta de control nunca puede servir como justificación como parece que el Sr. Errejón quiere hacer entender.

En muchos de nuestros círculos tenemos contacto con aquellos “violadores potenciales” de los que se hablaba apenas hace unas semanas y por mucha excusa, eslóganes como el de “not all men” y mucha retórica que tratemos de usar esa potencialidad no desaparece.

Parece que la sorpresa con el caso Errejón va de la mano con una percepción falsa que teníamos de él a través de sus discursos, posicionamientos feministas y que quizás se veía complementada con su aspecto de no haber roto un plato.

El machismo no es un fenómeno español y los que estamos en contacto con el exterior podemos ver cómo en muchos países ciertos tratos degradantes siguen siendo normalizados en la sociedad.

El cambio en España llegará de verdad en el momento en el que los agresores dejen de sentirse seguros con sus actitudes.

Esta semana se publican datos en Reino Unido que probaban la correlación entre campeonatos de fútbol y violencia doméstica en un país que a veces creemos que nos saca años luz, pero no es así.

Durante la Eurocopa 2024 se realizaron cerca de 3.000 llamadas de emergencia diarias a la policía… una llamada a la policía relacionada con abuso doméstico cada 30 segundos en promedio, según la organización benéfica de apoyo a las mujeres Refuge. Esta organización advirtió que sólo el 24 por ciento de los incidentes de abuso doméstico fueron reportados a la policía.

Alemania, por otro lado, país al que le tenemos en una consideración similar a la de Reino Unido, cuenta también con una cultura machista que muchas de nuestras compatriotas casadas con ciudadanos alemanes pueden corroborar.

En una encuesta de 2023 organizada por la ONG Plan Internacional Alemania y publicada en el periódico regional Westdeutsche Allgemeine Zeitung mostraba una persistencia de actitudes violentas hacia las mujeres que se creía erradicada en gran parte de la sociedad contemporánea. En esta investigación, un porcentaje notable de hombres alemanes expresó que, bajo ciertas circunstancias, consideran que el uso de la violencia física contra una mujer es «aceptable». Las «circunstancias» mencionadas incluyen argumentos o “situaciones” que, según los encuestados, justificarían estas acciones.

Si Reino Unido y Alemania también tienen camino que recorrer, no debemos olvidar que hay continentes donde el problema es aún mayor.

La primera noticia sobre la dimisión de Errejón me supuso una sorpresa grande, ya que nunca vi a este político sufriendo las críticas continuas que Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias o el mismo Pedro Sánchez tuvieron o tienen que sufrir. Parecía que Íñigo Errejón no levantaba demasiadas enemistades fuera de su partido y era alguien que no resultaba demasiado incómodo para nadie en el arco parlamentario o en los medios de comunicación.

Mi opinión personal me la reservo, pero si me hubieran preguntado hace unas semanas por algún político que pudiera estar involucrado en ataques machistas probablemente Errejón hubiera estado alejado de mis principales candidatos.

Errejón es culpable y también lo son quienes le han estado blanqueando o manteniendo en su partido a sabiendas de que era un agresor sexual.

Este caso pone el foco otra vez en aquella frase de que los hombres éramos violadores potenciales y que a muchos les incomodó o les pareció exagerada, pero que ahora queda claro que es mucho más cercana a la realidad de lo que nos parece.

Quizás muchos de mis congéneres estén a “una copa de más” de distancia de convertirse en un potencial agresor y en este grupo de potenciales agresores entran amigos y familiares.

Este caso deja claro que el rol de aliado tiene muchos más ángulos de los que creíamos que tiene y ya no basta con el no ser partícipe o cómplice de ciertas actitudes. Mejorar la situación pasa por incrementar nuestro nivel de autocrítica e identificar a todos los posibles agresores… y no callarnos para pasar a ser verdaderos aliados.

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