Lo que está pasando en Valencia no es para que te lo cuenten, es para vivirlo. Olor a pis, a heces, a aguas sucias y empantanadas, mezcladas con barro y basura. Y, de vez en cuando, bajo los restos acumulados, aparece el cuerpo de un vecino, y de otro, y de otro.
Las cifras no se actualizan, pero los muertos crecen. Aunque lo neguéis.
Y en medio de este horror, el abandono absoluto por vuestra parte, por una administración que por fin ha demostrado lo importantes que somos: unos os negasteis a elevar el nivel de alerta a tiempo por un “yo lo valgo” y otros no tomasteis las riendas frente a la inacción comunitaria para haber declarado un estado de emergencia que, quizá, hubiera salvado algunas vidas. Más de una semana después, esas vidas ya están más que perdidas.
Ayer nos despertamos por el sonido de los camiones requisando ropa donada y tirándola en un basurero de Alfafar (algo que, por supuesto, se negó recurriendo al comodín del “bulo”), y hoy nos levantamos sabiendo que el gobierno ha invertido 3.000 euros en anuncios de Meta (Facebook e Instagram) para promocionar su visión sobre la DANA, para echar más mierda sobre el gobierno valenciano y empezar a perfilar la forma de la medallita que se quiere poner. Y lo peor es que hay cientos de personas, por no decir miles, que les están comprando el discurso, ese discurso de “si los valencianos necesitan ayuda, que la pidan”. ¿Y si no la piden? ¿Significa eso que por la inacción de un presidente regional el Estado no tiene mecanismos que le permitan actuar para salvaguardar la seguridad de sus ciudadanos? ¿O es que acaso los ciudadanos de Valencia son de segunda o tercera categoría? ¿O esos son solo los de Palma que aún duermen en casas de PVC esperando una ayuda que no llega y de los que los medios de comunicación ya no hablan porque “ya pasó el momento y la noticia pierde fuerza”?
El presidente de la Generalitat tendría que haber estado a la altura, desde luego, pero dejad ya de arropar al Estado cargando contra una comunidad. El gobierno tiene herramientas suficientes para tomar el control ante una situación límite que requiere una actuación urgente. Que la gente se crea eso de que “si el gobierno regional no pide ayuda, el gobierno central no puede actuar” es demencial. ¿Desde cuándo el Estado es esclavo de la voluntad de las comunidades? Ya debió habernos puesto a la defensiva el hecho de que la gran mayoría de medios de comunicación estén protegiendo al gobierno, recurriendo incluso a la burla y a los insultos contra los voluntarios que han acudido a ayudar a sus vecinos desde todos los puntos de España. Que llamen “fachas” y “ultras” a personas de a pie, obreros, trabajadores, autónomos, madres de familia, jóvenes estudiantes… por mostrar su indignación lanzando barro y palos contra unos dirigentes que más de cinco días más tarde acuden trajeados y sonriendo a Paiporta (que no es la única localidad afectada, hay muchas de las que nadie habla y a las que la ayuda casi no ha llegado) solo demuestra que los nuevos burdeles ya no están a las afueras de la ciudad y son fácilmente sintonizables.
Ahora la culpa solo la tiene la Generalitat y los que dicen (decimos) que el Estado también es responsable somos unos “ultras”… Después la culpa también la tendrá el cambio climático (como bien se recogía en los apuntes de la ministra de Igualdad cuya foto se eliminó de X a los pocos minutos por desvelar demasiado) y todos los que traten de señalar también al Estado serán “fascistas”… Y eso es lo único que les preocupa, lo único que siempre les ha preocupado. ¿Ni siquiera en la desgracia de la población podéis trabajar unidos para aliviar el dolor de unas personas a las que, supuestamente, jurasteis proteger? Dais asco, todos vosotros.
Pero por mucho que queráis convertir el horror que se está viviendo en Valencia en una oportunidad para hacer política, esto no es una batalla de colores, esto es una batalla de poderes: el poder del pueblo contra el poder establecido. Y tened por seguro que, tarde o temprano, ganará el pueblo.
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