El ministro de Justicia tiene tarea

16/01/2012

diarioabierto.es.

“Desterrada la justicia que es vínculo de las sociedades humanas, muere también la libertad que está unida a ella y vive por ella”, Juan Luis Vives.

Para que una sociedad sea justa y sea libre los engranajes de la Democracia y de la Justicia han de funcionar en perfecta armonía. La sociedad española está demandando una revisión del sistema vigente -habiendo cumplido su cometido tras la Transición no hay democracia que se consolide sin adaptarse al devenir de los tiempos- y también denuncia con insistencia la deriva de las instituciones, siendo la Justicia una de las más desprestigiadas, si no la que más. Los tribunales están politizados. La legislación vigente favorece a los delincuentes: violar, robar o matar en España sale casi gratis. Los políticos sólo modifican leyes cuando se trata de salvaguardar sus propios intereses. No expongo mis asertos, me hago eco del parecer de la opinión pública.

Afirmaba Aristóteles que no se piensa sin imágenes. La sublimidad desprendida por el símbolo atribuido a la Justicia -en cuyo génesis hallamos la similitud con lo significado- es elocuente: la figura de una mujer impasible, con los ojos vendados como garantía de imparcialidad, balanza en mano representando la consideración objetiva de los argumentos de las partes enfrentadas y empuñando una espada que sugiere la capacidad de coerción para imponer las decisiones adoptadas. El velo de la justicia implica que el juez no debe saber ni ver todo acerca del justiciable para limitar su juicio sólo al hecho concreto. Pero demasiados togados sectarios, politizados, dogmáticos, que obviaron tales principios capitales, han deteriorado la credibilidad del sistema hasta límites casi irreparables -con la complicidad imperdonable del poder ejecutivo y el legislativo-. A pesar de tanto disparate, la ciudadanía -enojada con razón- debe asumir que la Justicia se imparte dentro del ordenamiento vigente y que los jueces no se inventan la Ley, la aplican: por muy dolorosas que sean algunas sentencias tiene que prevalecer el rigor jurídico sobre las emociones. Cumplir escrupulosamente esa Ley en ocasiones es duro: seamos conscientes que hay casos en los que la Justicia aun correctamente aplicada, jamás podrá reponer el daño personal causado.

Pero acatar el sistema no equivale a conformarse si éste es claramente mejorable. Cuando sistemáticamente las sentencias provocan indignación, crítica generalizada, cuando la sensación de desamparo predomina, cuando prolifera la certeza de que las leyes benefician a los criminales existiendo cierta impunidad para delinquir, algo se está haciendo mal.

Falla el sistema judicial, pero esto es la punta del iceberg. De nada servirá una modificación legislativa o un endurecimiento de las penas si no van acompañados de una actuación impecable de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado –sin pruebas no se puede condenar-, de instrucciones policiales libres de toda sospecha, de un comportamiento irreprochable de los poderes públicos –poco ejemplo pueden dar los que hacen de las corruptelas a la carta su modus operandi diario-, sin eludir la responsabilidad de los medios de comunicación que tienen que exigirse la obligación de evitar juicios paralelos y circos mediáticos en nombre de la audiencia. Los ciudadanos también debemos comprometernos potenciando una profunda revisión del sistema educativo, un reencuentro social con los valores de disciplina, esfuerzo o superación personal e impulsando entornos familiares estables que garanticen el pleno desarrollo moral, ético e intelectual de nuestros hijos.

El recién estrenado titular de esta cartera -un hombre que se autoimpone la obligación de estar en política para cambiar las cosas- tiene en sus manos la apasionante tarea de transformar el divorcio entre la sociedad española y la Justicia en una relación idílica que perdure para las generaciones venideras. El ideólogo de la reinvención capitalina, se enfrenta al inconmensurable reto de vigorizar nuestra Democracia restituyendo la credibilidad de las instituciones partiendo desde la Justicia. Omitiendo controversias, la fusión de voluntad, ilusión, talento, conocimiento, trabajo, tenacidad, mimo, vanguardia e inteligencia conlleva éxito. O debería.

“Si el hombre fracasa en conciliar la Justicia y la Libertad fracasa en todo”, Albert Camus.

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12 pensamientos en “El ministro de Justicia tiene tarea

  1. Unas reflexiones muy bien elaboradas, pero imagine que es a una hija o una hermana a la que la asesinan. Más que en justicias bien aplicadas rogaría por aplicar la ley del Talión. O espabilan los legisladores, jueces, ministros, policiás… o al final acabamos en linchamientos colectivos.

  2. Bien dicho! Los jueces aplican la Ley que ya existe, luego más culpable es el que legisla unas leyes injustas que el que aplica la ley como es su obligación. Y me uno a su reflexión, si todos claman por la Justicia algo se estará haciendo mal. Mucho añado yo. ¿Qué vaya a mejorar? Visto lo visto no confío en ninguna institución, partido o ministro que se precie. Buenas tardes.

  3. Argumentado, razonado, ecuánime. Las últimas sentencias sacan de las casillas a cualquiera, por ejemplo la sentencia del Castillo pero cierto es que hay decisiones que no podrán resarcir el daño ni podrán devolver a la persona o la dignidad perdidas. Aunque otra legislación menos permisiva podría aplacar un dolor seguro insoportable cuando a la perdida se suma una sensación colectiva de injusticia.

  4. Se agradecen comentarios que reparten responsabilidad entre jueces y legisladores. Gran columna. Sobre el nuevo ministro tengo mis dudas razonables aunque supongo que su exito sera el de todos.

  5. Ruíz Gallardón lo hará bien porque como no hay grandes cantidades para despilfarrarlas que son su debilidad, pondrá firme la justicia. Si tuviese presupuestos ya me entraría el canguis jiji. Carmela te sigo, articulos formidables. Un saludo.

  6. Enhorabuena por su artículo,con argumentos sólidos y correctos.Deseo que el nuevo Ministro de Justicia consiga restituir la credibilidad en la Justicia con el apoyo de todos los estamentos sociales, ya que sin la ayuda de éstos no podrá conseguir nada.

  7. Dice bien, solo una persona no puede cambiar el mundo. Todos tenemos responsabilidades que evadimos, a la vista el sinvergüenza del Capitán del Concordia haciendo suyo el sálvese quien pueda tan propio de nuestros días. Si todos pusiesemos de nuestra parte la sociedad sería mejor. Pero el poder y el dinero pueden con lo demás y a Gallardón le tira más el poder que la justicia, aunque no es el peor que nos podia haber tocado,eso sin duda.

  8. Excelente !!! No puedo añadir nada más, esta vez (mal que me pese, jejejej) Sin duda, es un placer leer articulistas de este nivel. Enhorabuena !!!

  9. Sorprendido por no esperarlas y desconfiar de Gallardón aunq esperanzado por las medidas que se acaban de anunciar esta mañana. Que alegría el saber que parece que el sentido común volviendo al gobierno de ESpaña.

  10. Quien me lo iba a decir, yo gritando a los cuatro vientos oles a Gallardon! Si va a ser verdad que este hombre sin chequera es un crak

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