Un modelo universitario sostenible

17/01/2012

Juan Manuel Badenas Carpio.

Imaginemos un modelo de universidad en el que los mejores catedráticos y profesores de las universidades españolas, junto con los mejores profesores de las universidades de todo el mundo, en cada una de sus disciplinas, pudieran dar clase en una universidad global con estudiantes de más de cien países cuyos contenidos fueran explicados en la lengua propia de cada uno. Muchos pensarán que esto es ciencia ficción o que se refiere a un modelo de universidad que podría tardar algún tiempo en llegar o establecido en Norteamérica; pero, sin embargo, esta universidad ya existe y la tenemos en España.

La sostenibilidad consiste en seguir haciendo las mismas cosas con igual calidad, o incluso mejorada, empleando menos recursos. Esto es, hacer lo mismo o, si es posible mejor, a menor coste. Sobre ello va a tratar este artículo.
El sistema universitario español es fruto del esfuerzo, durante casi treinta años, de los poderes públicos españoles. Gracias al mismo actualmente tenemos unos magníficos campus y unas excelentes plantillas de profesores que en buena parte son la “envidia” de los europeos. En los últimos veinte años he tenido oportunidad de visitar, por motivos docentes o de investigación, un número importante de universidades del Espacio Europeo de Educación Superior, como La Sapienza (Roma), La Sorbona (Paris), Coventry (Londres), la Universidad de Múnich, la Universidad de Bolonia, la de Montpellier, la de Coimbra, la de Perpiñán…, en muchas de ellas las instalaciones están deterioradas, algunas, como las de La Sorbona, mantienen la “decadencia” del mayo del 68 y sus aulas, despachos e incluso el mobiliario necesitarían un “aggiornamento”. Sin embargo, las universidades españolas, conservando (las que los tienen) sus antiguos paraninfos, parecen todas universidades de nueva planta, con unos campus modernísimos, bien construidos y generosos en sus espacios para departamentos, facultades, aularios e incluso instalaciones deportivas. Como a nadie se le escapa, la conservación y el mantenimiento de este inmenso patrimonio inmobiliario es costosísimo y difícilmente sostenible en tiempos de crisis. Según datos oficiales, cada universidad pública española, como media, emplea unos 34 millones de euros al año en este tipo de gastos. {destacado}
Por otra parte, al albur de las sucesivas leyes de reforma universitaria que arrancan con la Ley Orgánica 11/1983, de 25 de agosto, que ha sido sustituida y modificada sucesivamente por las Leyes Orgánicas 6/2001, de 21 de diciembre y 4/2007, de 12 de abril, las universidades públicas españolas se han venido dotando de unas plantillas de profesores y catedráticos cuya media de edad es de 48 años, lo cual significa que fueron contratados por primera vez hace más de veinte años y previsiblemente van a tener que seguir prestando servicio hasta su jubilación, al menos durante otros veinte años más. Resulta llamativo que el 47,5% de los catedráticos se incorporó hace más de treinta años y que lo hizo pensando en las necesidades docentes e investigadoras que tenían las Universidades a principios de los años ochenta, cuando nadie podía prever que pudiera llegar a existir un Espacio Europeo de Educación Superior que viniera a sustituir las antiguas diplomaturas, licenciaturas y doctorados por los nuevos grados, DEAs y posgrados. Según los datos oficiales, en nuestro país somos más de 98.600 profesores universitarios cuyo salario medio bruto gira alrededor de los 2.200 euros mensuales, lo cual supone para las arcas públicas un coste superior a  217 millones de euros mensuales o, lo que es lo mismo, más de 3.000 millones de euros al año.
Si tenemos en cuenta los costes de mantenimiento y conservación de los edificios (se da por descartado que vayan a construirse muchos más en los próximos años), el de las plantillas de profesores (también se da por descartado que vayan a crecer todavía más en lo sucesivo), el del personal de administración y servicios (idem de lo anterior), los gastos financieros, de transportes, dietas, de investigación, de gestión y dirección, etc., llegamos a la conclusión de que en España tenemos un sistema universitario que, en las actuales circunstancias, es difícilmente sostenible. Esto lo sabemos los Rectores, pero también lo intuyen los restantes catedráticos y la inmensa mayoría de los profesores de nuestras universidades públicas. Así pues, como diría aquel: “habemus un problema”.
La solución, evidentemente, no consiste en prescindir de un capital humano y de conocimiento que ha supuesto una gran inversión en recursos públicos, y que además goza de gran prestigio no sólo en España sino también allende nuestras fronteras, especialmente en Iberoamérica. Por consiguiente, hemos de establecer plataformas que con el mínimo coste permitan que todo el caudal de sabiduría y buen hacer de nuestros mejores profesores y catedráticos se pueda comercializar de forma privada en el resto del mundo. De esta manera no sólo incrementaremos la retribución de nuestros mejores profesores sino que al mismo tiempo obtendremos un retorno público que servirá para mantener y compensar los elevados costes de sostenibilidad de la totalidad del sistema. Esta opción tiene un valor añadido que ha sido puesto recientemente de manifiesto por eminentes expertos del área económica, como el profesor Barea, al afirmar que “la exportación y transferencia del conocimiento generado en nuestras universidades servirán para un mejor posicionamiento de España en el mundo y, por tanto, para salir de la crisis”.
Así pues, no hemos de renunciar a nada sino aprovecharlo todo. Tenemos que empezar a utilizar las plataformas tecnológicas que permiten que en tiempo real profesores y estudiantes de cualquier parte del mundo interactúen entre sí, haciendo que la distancia y el tiempo no sean obstáculos para que la enseñanza de las ciencias, las artes y las letras se produzca con calidad, de forma eficiente y a un coste muy razonable; y, si es posible, dejando que el sector privado participe en los costes (y beneficios) que genere la utilización de los nuevos canales de información (como la videoconferencia, la televisión digital, los documentos e-learning, etc.).
En mi discurso de toma de posesión como Rector de la VIU dije que si la Universidad, como institución, que nació en Bolonia en el año 1088, ha conseguido pervivir durante casi mil años es porque ha sido capaz de transformarse para que, a pesar de los avatares históricos, políticos, religiosos y económicos que han tenido lugar durante el último milenio en Europa, su esencia siguiera siendo la misma. La Universidad, aunque nos parezca sorprendente, no siempre fue como la hemos conocido durante los últimos veinte o treinta años, lo cual significa que si para hacerla más sostenible hace falta introducir unos pocos cambios o complementos, no dudemos en hacerlos porque con ello estaremos prestando el mejor servicio posible a la institución.
Como señalé al principio, hoy, en España ya contamos con un modelo de universidad capaz de dotar de mayor flexibilidad e internacionalización al conjunto del sistema público universitario, sin que éste tenga que renunciar a su forma de pensar ni  de hacer las cosas. Que permite que las universidades públicas puedan seguir impartiendo sus grados, másteres y doctorados como hasta ahora pero llegando más lejos, incrementando sus ingresos públicos y la retribución de los profesores que voluntariamente decidan transcender sus clases en tiempo real, con traducción simultánea hasta un máximo de treinta idiomas, a estudiantes que las reciben en su propia lengua y en su casa, con independencia de su horario laboral, su capacidad ambulatoria y ubicación en el mundo. Este es el modelo universitario y sostenible de la VIU, la cual firmó hace algunas semanas un convenio con las cinco universidades públicas de la Comunidad Valenciana, en presencia del Presidente de la Generalitat, con el fin de poner a disposición del sistema público de universidades la potente plataforma tecnológica que ya está utilizando la VIU. La finalidad de todo esto, como dijo el Presidente de la Generalitat Valenciana, es hacer más sostenible el sistema y dotar de más flexibilidad e internacionalidad a nuestras universidades.

Juan Manuel Badenas Carpio.
Rector de la Universidad Internacional Valenciana (VIU), Catedrático de Derecho Civil y ex D. G. de la Agencia Valenciana de Evaluación y Prospectiva Universitaria (AVAP).

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