“Zona A”: el placer profundo y expansivo que muchas mujeres desconocen

18/02/2025

diarioabierto.es. Según Esperanza Gil, psicóloga, sexóloga clínica y encargada de amantis Russafa (Valencia), es importante hablar de zonas erógenas, y no de puntos, para evitar expectativas rígidas.

FOTO: WOMENS, CLÍNICA GINECOLÓGICA

La sexualidad femenina ha sido objeto de mitos y debates durante siglos. Sin embargo, gracias a los relatos y experiencias personales de mujeres de todo el mundo, la anatomía del placer femenino ya no es un enigma, aunque todavía se realizan investigaciones para profundizar en su conocimiento.

Según Esperanza Gil, psicóloga, sexóloga clínica y encargada de amantis Russafa (Valencia), la tienda erótica que ayuda a las personas a conectar con su sexualidad, el cuerpo femenino tiene una capacidad “maravillosa” para obtener placer, que se activa no solo por causas fisiológicas, sino también por motivos psicológicos, emocionales, sociales y/o experienciales. Este enfoque holístico invita a las personas a explorar su cuerpo sin expectativas ni limitaciones.

“Nuestro cuerpo es un abecedario infinito de posibilidades. Punto G, K, A… Lo importante es que se conozca dónde se ubican para que después cada uno pueda bautizarla con el nombre que más le apetezca. Eso sí, es importante hablar de zonas y no de puntos, aclara la experta. “El término punto sugiere un área pequeña, localizada y estática, como si fuese un botón que puedes activar con solo tocarlo. Hablar de zonas evita expectativas rígidas y refleja mejor la diversidad del placer humano”, añade.

La zona A

Muchas veces se ha escuchado hablar de la “zona G”, la gran valorada y cuestionada. Sin embargo, no es la única área de placer de las mujeres, también se encuentra “zona A”, entre otras. Ubicada en la parte más profunda de la pared anterior de la vagina, justo antes del cuello uterino, hay quienes describen la estimulación de la zona A como un placer profundo y expansivo, diferente a la estimulación del clítoris o la zona G, donde las sensaciones tienden a ser más intensas y localizadas. Además, aseguran un aumento notable en la lubricación, lo que puede hacer que la sensación sea más agradable todavía. “Algunas mujeres han llegado incluso a despertar respuestas emocionales o espirituales”, subraya Gil.

No obstante, como sucede con otras zonas erógenas, la experiencia al estimular la zona A varía significativamente de una persona a otra, ya que cada cuerpo responde de manera única. Asimismo, muchas mujeres aseguran no sentir ningún placer explorando esta zona e incluso les ha podido molestado o incomodado. Según la experta, esto puede deberse a varios motivos, tanto fisiológicos (tensión muscular, sensibilidad y posición del cuello uterino) como emocionales o situacionales.

Consejos para explorar la zona A

Para quienes deseen explorar esta zona, la experta recomienda hacerlo con calma y sin prisas, evitando así los movimientos bruscos. “Si escuchas el ritmo del ‘Adagio del Concierto de Aranjuez’, te dará una idea de lo que necesita: crescendo delicado y sostenido”, asevera Gil. La postura también juega un papel clave, siendo útil elevar ligeramente las caderas o adoptar posiciones que permitan una exploración cómoda y profunda. También te ayudará a que los movimientos fluyan utilizando un lubricante acuoso de textura sedosa como Desliz Eco”, añade.

Los juguetes eróticos también pueden ser herramientas valiosas. Diseños curvados y de mayor longitud, como los recomendados para la zona G, son idóneos para alcanzar la zona A. Productos como Palpitant, Zumba o Rampant Rabbit, ofrecen funciones como vibraciones regulables, palpitaciones e impulsiones, ideales para quienes deseen experimentar esta área de forma progresiva y placentera, sin expectativas ni presiones. “Dedica tiempo a conocerte sin prisas; esto no es un examen, sino una cita contigo misma”, apunta la especialista de amantis.

“No se puede negar que en el cuerpo existen zonas especialmente enervadas, con un gran flujo sanguíneo y una sensibilidad única, que además están conectadas de manera directa con los centros del orgasmo. Conocerlas no nos obliga a explorarlas, pero disponer de esa información nos despierta la curiosidad necesaria para aventurarnos y disfrutar del proceso. Si no sabemos que existen, es menos probable que podamos descubrir qué sensaciones nos pueden ofrecer o cómo pueden enriquecer nuestra experiencia sexual. Al final, se trata de darnos el permiso para conocernos mejor y hacer de nuestro cuerpo un aliado del placer y bienestar”, concluye la sexóloga clínica.

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