Feijóo lo dijo en Castelldefels ante el alcalde de la ciudad, del PP. “Que nadie se le ocurra darme clases de defensa del catalán”. La carcajada con la que muchos recibieron esta amenaza al oír el corte radiofónico es similar a la que replican cuando pide la dimisión de Pedro Sánchez (cuántas veces lo ha dicho), cuando reclama elecciones anticipadas o cuando amenaza con una moción de censura y lamenta que los nacionalistas vascos y catalanes (que son derecha civilizada) le hagan oídos sordos. Y por supuesto, cuando se pretende erigir en el paladín de la lucha contra la corrupción presidiendo el partido que bate el récord de militantes condenados por este tema, empezando por el propio partido.

Ahora ha convocado una gran manifestación en Madrid con el lema “o mafia o democracia” como aperitivo del XXI congreso del partido que celebrarán a principios de julio. Será un congreso de unanimidades porque ahora que “están tan cerca” de La Moncloa (como aseguran) nadie les estropeará la fiesta, con lo que se convertirá en un gran espacio publicitario. Es de suponer que no se atreverán a definirse como partido centrista (o igual sí, tal como están las cosas), quizás traten de justificar sus pactos con VOX, formación que les está ganando la partida en todas las autonomías que sus votos son necesarios para garantizar la gobernabilidad. Las descalificaciones e incluso los insultos sustituirán a los debates.

A uno le gustaría suponer que algunos de los seguidores de este partido no se deben sentir cómodos con tanta demagogia y que les molesta la crispación permanente que provocan con sus actitudes, que les disgusta su política del “aquí vale todo” con tal de llegar al poder y supongo que también les debe sonrojar el trabajo sucio que realizaron cuando estaban en el poder. ¡Qué tiempos aquellos en los que Aznar logró unificar a la derecha practicando su lema “Centrados por la libertad”! Pero este centrismo y sensatez se acabó cuando logró la mayoría absoluta.

Es verdad que las encuestas les sonríen y que los vientos soplan a favor de los extremismos de derechas (a veces rozando el fascismo), pero para las elecciones aún quedan dos años y los vientos pueden cambiar, y es malo vender la piel del oso antes de cazarlo.

Pero no se preocupe, señor Feijóo, nadie pretende tomarse la molestia de darle lecciones, entre otras cosas, porque no serviría para nada, porque no hay peor sordo que el que no quiere oír. Y como las palabras se las lleva el viento, en tiempo elecciones vendrán aquellas en las que defenderá el catalán y no sólo en la intimidad.