Vivimos tiempos de infamia. Con estas palabras definía el diplomático y ex embajador de España en la ONU, Inocencio Arias, la situación actual de una España donde la calidad democrática, los valores éticos, la igualdad entre los ciudadanos y los territorios y el Estado de Derecho están siendo minados y pisoteados precisamente por quienes desde las más altas instituciones del Estado tendrían la obligación de defenderlos.
A las reiteradas denuncias y hechos consumados del poder Ejecutivo sobre la colonización de las instituciones, el acoso a la separación de poderes, la persecución a jueces y periodistas, los intentos de polarización de la sociedad, el desprecio a los controles parlamentarios y a la oposición, la colección de mentiras disfrazadas de cambios de opinión, la degradación del diálogo social, los procedimientos judiciales contra la mujer y el hermano del Presidente del Gobierno y contra el Fiscal General del Estado se unen ahora las grabaciones que revelan las conversaciones de la “fontanera” socialista Leire Díaz con empresarios imputados, significados chavistas y un comandante de la Guardia Civil investigado en el “caso Koldo”, en operaciones de difamación y búsqueda de información contra dirigentes de la UCO, determinados fiscales y los jueces que están llevando los casos de presuntas corrupciones contra la mujer y el hermano del presidente del gobierno.
Una campaña de bulos y desprestigio, ante la que sorprende el silencio hasta el momento de la directora general de la Guardia Civil, Mercedes González, a la sazón secretaria general del PSOE en Madrid, que en lugar de defender públicamente al cuerpo que dirige y llevar a los responsables de estos infundios a los tribunales, calla como dicen de Judas. Un silencio que a lo mejor tiene que ver con las revelaciones sobre sus reuniones y llamadas telefónicas a la tal Leire Díaz.
Unos audios tan obscenos como impúdicos en los que la citada fontanera del PSOE ofrecía arreglar las cuentas pendientes con la Justicia y con Hacienda de sus interlocutores y en los que ya se cita directamente a Pedro Sánchez y a su número tres, Santos Cerdán, como presuntos cabecillas de lo que se interpreta como una reedición de las “cloacas del Estado” que tiene todos los ingredientes de prácticas mafiosas y que está llevando a España a la mayor degradación política económica y moral e institucional de nuestra historia.
El mismo gobierno que sometido al chantaje de los independentistas, filoterroristas y los enemigos de España está incapacitado para gobernar. En el primer trimestre de 2025 solo se ha aprobado una ley, la de Desperdicio Alimentario, y se convalidaron cuatro reales decretos. No ha habido más normas porque el Ejecutivo ha evitado su tramitación parlamentaria por falta de apoyos suficientes para aprobarlas. Ni siquiera ha enviado al Congreso el proyecto de Presupuestos del Estado.
Pero no sólo son el presidente y los miembros de su gobierno. Porque en toda historia de mafias hay un padrino y unos cómplices. Sumar, Podemos, ERC, Junts, PNV y Bildu son cómplices necesarios de esta historia de putrefacción porque todos ellos tienen un objetivo común, destruir España. Los nacionalistas para mantener el sueño onanista de la independencia, los populistas totalitarios amigos de Putin y Maduro para minar la democracia y convertirnos en esa Venezuela que ambicionan. Y todos saben que sólo con un gobierno débil y un presidente que está dispuesto a vender España para mantenerse en el poder pueden ir minando poco a poco los pilares del Estado.
Y con ellos son cómplices también todos los cargos del partido, simpatizantes y miembros de la bancada lanar socialista que asienten, consienten y mantienen las cloacas, por intereses económicos y personales o por fanatismo.
Nos estamos jugando la democracia, pero como decía Voltaire “es difícil libertar a los necios de las cadenas que veneran”
Y, ¿Pedro Sánchez, que dice de todo esto? Nada. Como los tres monos chinos permanece ciego, sordo y mudo. Será que, como dice sabiamente el refranero, “el que calla otorga”. Pues eso.
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