El presidente francés, Nicolás Sarkozy, desgranó anoche en una entrevista televisada (por nueve canales de televisión del país vecino) las líneas maestras del programa de reformas económicas que incluyen una subida del tipo general del IVA hasta el 21,2% prevista para octubre y la implantación del impuesto sobre transacciones financieras, que tendría lugar en agosto.

El retraso es atribuido por los observadores al deseo de Sarkozy de que las subidas fiscales no entorpezcan la cita electoral presidencial, con las elecciones convocadas para abril y primera vuelta y mayo en segunda. El presidente, sin embargo, atribuyó el calendario a la necesidad de «ajustar los ordenadores».

El problema es que las reformas anunciadas por el presidente francés pueden quedar en agua de borrajas si, tal y como adelantan las encuestas, no logra la reelección. De entrada, en la entrevista no desveló si volverá a ser candidato, alegando que es presidente y no quiere ser presidente-candidato.

Curiosamente, horas antes se supo que Alemania respalda las reformas previstas por Sarkozy y que Angela Merkel tiene previsto apoyar al presidente francés en su campaña electoral para la reelección, con lo que el «suspense» pretendido por Sarkozy tampoco fue logrado.

El favorito de la encuestas, el Partido Socialista, se apresuró a desligarse de las reformas anunciadas y aseguró que la subida del IVA es «antisocial, antieconómica y antidemocrática», a pesar de que la propuesta de Sarkozy mantiene el IVA reducido sin cambios.

Sobre el nuevo impuesto de transacciones financieras,Ssarkozy matizó que se trata de una tasa que se impondrá exclusivamente a las operaciones especulativas con un producto financiero muy concreto, los credit default swaps o cobertura de impago de deuda, aunque la mayor parte de los expertos desconfía de que finalmente se limite a estas operaciones, dado que el monto de ingresos que estima el presidente francés por esta nueva figura impositiva es del 1.000 millones de euros.

Se trata de una decisión «unilateral» que Sarkozy aseguró que le gustaría que se generalizase en el resto de la Unión Europea pero que se mostró decidido a imponer en Francia incluso sin el consenso de los socios comunitarios. De hecho, la UE ya cuenta con la oposición frontal de Gran Bretaña a este impuesto y las fuertes reticencias de Alemania.

Sarkozy ha insistido que «queremos provocar un shock» porque, en su opinión, el mundo financiero es el responsable de la actual crisis. «Se han comportado como unos locos», ha opinado, y se ha comprometido a soportar «las presiones del sector bancario y financiero» a la instauración de la tasa.

También se incrementará en dos puntos la Contribución Social Generalizada (CSG), un impuesto creado en la década de 1990 sobre los beneficios financieros, con lo que, sumado al incremento del IVA, el Gobierno pretende recaudar 13.000 millones de euros que servirán para compensar las medidas de incentivo económico centradas en la rebaja de las cotizaciones que las empresas pagan por cada trabajador.

En un guiño claramente electoral, Sarkozy manifestó que su programa de reformas está inspirado en el que llevó a cabo el socialdemócrata alemán Gerard Schroeder, quien perdió las elecciones como consecuencia de las medidas adoptadas. Los analistas, sin embargo, han matizado que eo programa alemán llevaba implícita una descentralización que en el programa francés no aparece por ninguna parte.