Bodegas O. Fournier: vinos españoles que conquistan el paladar extranjero

03/02/2012

Lucía Martín. Pequeños pero matones. Esta pyme de origen burgalés ha conseguido en tan sólo doce años que sus vinos llamen la atención de gurús como Robert Parker o de medios como Wine Spectator o The New York Times.

Si decimos Vega Sicilia o Pingus seguro que los reconocerá como grandes vinos españoles. Sin embargo hay otros que sin gozar del mismo reconocimiento, están igual de exquisitos y han logrado un éxito fuera de nuestras fronteras digno de mención. Es el caso de los producidos por las bodegas O. Fournier, una pyme de origen burgalés que en tan solo 12 años ha conseguido colocar sus vinos en los mejores escaparates del mundo.

Y como testimonio algunos datos: producen el cuarto mejor vino español según la revista Wine Spectator Otro, uno argentino, fue escogido por New York Times mientras que el gurú Robert Parker se decantó por otro clasificándolo como el mejor vino por debajo de los 15 euros. Además, su bodega de Argentina, con forma de platillo volante, fue elegida por Forbes como la cuarta mejor bodega del mundo por su arquitectura.

Las bodegas Grupo O. Fournier, www.ofournier.com (la familia comparte parentesco con Heraclio Fournier, el creador de las barajas) fueron fundadas en Burgos en 2000. El grupo está formado por tres bodegas, una en Ribera del Duero, otra en Argentina y la tercera en Chile y tienen como objetivo producir vinos de alta gama. “La primera bodega en la que empezó la producción fue la de Argentina.”, explica José Manuel Ortega, director general y uno de los socios fundadores de la empresa.

Pero, ¿cómo se consiguen estos logros en un periodo de tiempo tan corto? Ortega lo explica: “Creo que porque acertamos con las zonas de viñedo y porque contamos con un equipo técnico muy preparado”, explica. Otro acierto fue diversificar la producción, al estar en distintos países el riesgo de tener malas cosechas es menor: “Además, también ayuda con la facturación, que se hace en distintas divisas, dólares o euros”, comenta.

Si la trayectoria de la compañía, que emplea a 38 personas, es, podríamos decir, atípica, la de este empresario también: antes de dedicarse al negocio del vino, José Manuel trabajó durante años en Goldman Sachs y en el Santander. En 2004 dejó su puesto como directivo en un fondo de inversión para dedicarse al vino. “Me llamaba mucho lo de emprender y en esos años el vino estaba de moda”, explica. Carecía de experiencia en el sector pero supo rodearse de gente muy experimentada en ese ámbito.

Más del 90% de la producción de la bodega se exporta: tienen compradores en unos 40 países: Finlandia, Australia, Dubai, EEUU, Suiza, Brasil… y mantienen acuerdos de ventas, por ejemplo, con Constellation, primera empresa vitivinícola del mundo. Sus vinos (Urban, comercializado con el mismo nombre en todos los países, Espiga o su icono Alfa Espiga, por citar algunas referencias) pueden encontrarse en Lavinia, en pequeñas tiendas gourmet y en restaurantes de lujo. “No trabajamos con supermercados”, cuenta Ortega. La firma facturó 4’8 millones de euros en 2010, en 2009 fueron tres millones.

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