Bacalao, espinacas y patata, un lujo

03/02/2012

Patricio Sesma Granell, restaurador. El buen bacalao pasará a ser un pescado tan codiciado como los créditos bancarios, y tan difícil de conseguir como la financiación para los autónomos

Hablando con mi amigo el pescatero , me decía que la merluza está barata, a lo cual yo le respondí, que siguiendo las leyes del mercado de a mayor oferta  bajada de precios, no me extrañaba nada, ya que cada día florecen más merluzos, aunque si estos tienen la  carne tan dura como la cara, dudo mucho que sean comestibles.

También hablamos de que el buen bacalao pasará a ser un pescado tan codiciado como los créditos bancarios, y tan difícil de conseguir como la financiación para los autónomos.

El problema es la sobreexplotación de sus capturas, es decir, que al bacalao le pasa lo mismo que a la economía, se han dedicado a sobreexplotar el consumo y nos hemos quedado sin recursos.

Así que antes de que me pillara el toro de las subidas o bajadas de impuestos, compré lomos de bacalao desalado con mi tarjeta de crédito, que parece que aún funciona.

Tras estas noticias, y con mi última compra de bacalao hasta que superemos la crisis,

me fui a la tienda, e ingenuo de mí, le pregunté al tendero si tenía espinacas frescas, y  mirándome  fijamente a los ojos me dijo con voz solemne: “en este país solo hay frescos en los consejos de administración de las cajas “.

Después de esta declaración del estado de la nación, me di media vuelta, me acerqué a los congelados mientras oía al frutero exclamar “ eso, eso, a los congelados como los sueldos “, y compré una espinacas cocidas, troceadas y congeladas, vamos que se parecían a nuestra confianza en los políticos.

Ya de vuelta a casa, descongelé las espinacas metiéndolas en un cazo con agua hirviendo y preparé una sartén con aceite de oliva, sigo con mi campaña de consumir español pase lo que pase, y lo puse calentar.

Tras escurrir las espinacas y dejarlas más secas que las cuentas de Hacienda, las salteé durante 5 minutos con un ajito y un poquito de pimentón. Una vez salteadas  las retiré y las reservé.

Pelé y corté unas patatas en rodajas del grosor de una moneda de 2 euros, ¿se acuerdan de cómo eran? , y las salé. Para no gastar agua ni jabón, las freí en la misma sartén donde había hecho las espinacas. Una vez fritas, las coloqué en una cazuela.

Cogí mis preciosos y preciados lomos de bacalao y corté en cuatro partes cada uno, para que parezca que hay más, espejismo como el de los” brotes verdes”; los pasé por harina y otra vez para ahorrar utilicé la misma sartén donde había frito las otras viandas.

La pobre sartén es como los funcionarios de hoy en día, trabajando cada vez más horas por el mismo sueldo; en el caso del utensilio es aún peor, ni siquiera le llega para una ducha entre guiso y guiso.

Retiré el bacalao y lo puse encima de las patatas, procurando escurrirlo un poco, por eso de la grasa, los michelines, los gordos, el colesterol bueno y malo, triglicéridos y todas esas cosas que si NO fuésemos al médico no tendríamos.

Con lo mal que está la sanidad, ¿para qué se empeñan los médicos en sacarnos enfermedades? ¿No sería una buena forma de ahorrar obligar a los  médicos a considerar que estamos sanos, pase lo que pase?

Ya lo verán, al final, la culpa del déficit de la sanidad es  que somos enfermizos, por lo tanto sólo los sanos recibirán ayudas y los enfermos copago.

¡Ya me he vuelto a ir por los Cerros de Úbeda! Sigamos con la receta.

Ya tenía mi cazuelita con las patatas fritas en el bajo, el bacalao en el primer piso y ahora vamos a por el tejado, ¡¡¡ malditas viviendas ¡!!, están por todos los lados.

Cogí un mortero, no de esos que se utilizarán para liberar el estrecho de Ormuz, sino ese que sirve para machacar especias y a la vez nos relaja mientras agredimos al ajo. Recomiendo no contar nunca en quién se piensa cuando se utiliza el mortero.

Una vez que hube triturado el ajo, llené el mortero de agua, y lo vertí en la cazuela en donde previamente había colocado las espinacas. Tapé la cazuela y dejé el guiso hirviendo a fuego lento unos 10 minutos.

¡Buen provecho!

Si la receta esta escrita en  pasado es porque quiero hacer un homenaje a todos esos productos que en su día eran asequibles y que ahora, por las constantes subidas de impuestos, las bajadas de sueldos, las comisiones de los bancos, etc., empiezan a ser de lujo; y como decía mi abuela, nadie muere sin conocer una Guerra Mundial, esta vez no es una guerra con balas, es una guerra con monedas.

Patricio Sesma Granell, director del restaurante Bokado de Madrid

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