Machismo progresista

03/02/2012

diarioabierto.es.

Si algo hemos sacado en limpio con la pugna larvada en el PSOE, es que el machismo late bajo el pecho del partido de la feminidad. En el partido del Gobierno de la paridad, el ministerio de igualdad, la lucha contra la violencia de género, aparece un machismo impensable, hoy, en el PP, más proclive a la valoración objetiva, por encima del sexo, que de cuotas. Curiosamente, en el PP las mujeres están muy integradas en puestos de responsabilidad máxima, sin haber hecho, nunca, semejante alarde paritario.

“Chacón es Zapatero con faldas”, dice Rodríguez Ibarra, ese poeta de la gañanía. Comprobamos, una y otra vez, que la papeleta del PSOE no ha sido la misma que de ser Chacón un tío. Cuando empezó Felipe, a nadie se le ocurrió hablar de la influencia que pudiera ejercer, sobre él, Carmen Romero. Treinta años después, sale a la palestra Tomás Gómez en Madrid como renovador del aparato, frente al eje frontal de Blanco y Rubalcaba, y tampoco leo en ningún periódico un solo comentario referente a la vida íntima de Gómez, su círculo de amigos e influencias o los libros que tiene en la mesilla de noche. Siguiendo con este razonamiento, Alfredo Pérez Rubalcaba saca 110 diputados, un resultado escandalosamente pobre, un fracaso enciclopédico, de manual, una caída absoluta, libre, hacia el vacío, y compruebo que nadie lo cuestiona, que nadie se plantea que quizá una de las causas de ese gran derrumbe socialista fue la designación de Rubalcaba como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno.

La papeleta del PSOE ha sido hacernos ver que también en su seno hay un machismo de proporciones bíblicas. Se presenta Carme Chacón y aquí el debate principal no es su discurso, o su pertenencia al PSC –un partido que mantiene su derecho a posicionarse contra el PSOE-, sino su vida familiar, con quién está casada, quién le dice qué cosa, cómo la moldean unas manos que no son las suyas propias, sino otras. Como si los candidatos masculinos no pudieran sentirse acompañados, influidos, condicionados en sus gustos, sus gestos, por sus compañeras o compañeros de vida, pero claro: a ellos no se les recrimina, no se les pone encima de la mesa lo influenciables que son. A Carmen sí, por ser mujer. Si ella hubiera sacado 110 diputados, hoy no pintaría nada en el PSOE. Pero es que Rubalcaba es todo un hombre.

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