Si el congreso del PSOE se puede interpretar como una lucha encarnizada entre la vieja guardia y el equipo de Rodríguez Zapatero para hacerse con el control del partido, además en Catalunya tiene otra lectura: el apoyo cerrado a Carmen Chacón por razones de paisanaje le ha dejado en una situación difícil, pero hubiera sido peor para los socialistas catalanes que la ex ministra de defensa hubiera ganado el congreso. De alguna manera la apuesta del PSC en este congreso era –independientemente de quien saliera elegida- una apuesta perdedora. Pérez Rubalcaba es un jacobino hasta la médula, pero al fin y al cabo con él pueden pactar. Al contrario que Carmen Chacón, que no es menos jacobina pero representa a un partido que no sólo no lo es, sino que lo combate ferozmente. Curiosamente el tema del federalismo del PSOE ha sido el gran ausente en los debates congresuales, y las relaciones PSOE-PSC ni se han insinuado.
La definición que Chacón es “una catalana que no ejerce” se ha acentuado durante la campaña haciéndose perdonar constantemente sus orígenes y su militancia en el PSC. Su discurso, en numerosas ocasiones, contradecía las resoluciones del reciente congreso de los socialistas catalanes. Su propuesta de “discurso único” en el socialismo español chocaba frontalmente con la acérrima defensa que el PSC hace del carácter federal del PSOE. Y la vieja reclamación del sector catalanista del partido reclamando voz propia en el Congreso o, como mal menor, la postura oficial de poder votar diferente que sus correligionarios de Ferraz en temas sensibles para Catalunya la candidata lo rechazaba radicalmente. Incluso “ganaba amigos” en su partido cuando afirmaba que “combatiré con uñas y dientes el pacto fiscal para Catalunya”. Precisamente significativos dirigentes socialistas catalanes acudían en vísperas del cónclave de Sevilla a un acto convocado por el Ateneu Barcelonés reivindicando una mejor financiación para Catalunya.
La victoria de Pérez Rubalcaba no ha caído mal en muchos sectores –incluso nacionalistas- del socialismo catalán. Pere Navarro, primer secretario del PSC, aseguro “salir satisfecho” del congreso de Sevilla y prometió seguir trabajando “codo con codo” con los socialistas de España, pero al tiempo recordaba que tiene que cumplir “con las resoluciones de nuestro congreso que hablan del encaje entre Catalunya y España, buscando alternativas para salir de la crisis e impulsando políticas para los que lo están pasando”.
No sé si el PSOE sale fortalecido en este congreso, lo que parece claro es que los socialistas catalanes –con un papel testimonial en la nueva dirección- se les acentúan unos problemas internos que pueden hacer más difícil su salida del pozo en el que se encuentran.
El retrato del partido es un PSC sin visibilidad en el Congreso de los Diputados, sin peso en Ferraz, sin apenas poder en las instituciones catalanas, con el sector más nacionalista de la militancia marginado y realizando una oposición dura que obliga a CiU a basar la gobernabilidad de Catalunya a sus pactos con el PP. Con estas premisas difícilmente recuperará la ilusión de la amplia capa social que un día los apoyó.
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