Un aplazamiento, dos y hasta tres. Hasta la tarde no se reunió la coalición de partidos que sustenta al gobierno griego para tratar de convalidar el principio de acuerdo al que Lucas Papademos ha llegado con la troika (UE, BCE y MI

La táctica griega de prolongar la agonía sentó fatal a los mercados, pero en el país heleno cada cosa tiene sus propios plazos y sus propios códigos, agravados aún más por estar en periodo preelectoral.

Entre tanto, se supo que el BCE aceptará (si es absolutamente necesario) olvidarse de cualquier tipo de ganancia con la deuda griega que atesora como «contribución» al rescate griego. Eso siempre y cuando los griegos cumplan su parte y puedan acceder a la segunda parte de las cantidades prometidas.

La situación es clara. Si hay acuerdo recibirá el dinero; si no hay acuerdo, y rápido, no habrá dinero y no podrá hacer frente a pagos programados. Los analistas estiman que tendría que declarar la quiebra el mes que viene, así que la situación es casi desesperada.

Todos apuestan porque Grecia aprobará las nuevas reformas y recibirá el dinero, pero la desconfianza es libre y cuando los nervios están a flor de piel, mucho más. No es la primera vez que Grecia ha amagado con «llevarse todo por delante» y hay que reconocer que la quiebra tampoco es un escenario que guste a la UE.

Lógicamente, a medida que se aproximaba la hora de cierre, el mercado demandaba alguna noticia y la ausencia de ellas lo único que provocaba era más nervios. Y, ya se sabe, los nervios en Bolsa se traducen siempre en caídas y las ganancias de primera hora se difuminaron por arte de magia en el último tramo de la sesión.

Cada cual hizo lo que pudo y en estas circunstancias fue muy sorprendente la actitud resistente del Ibex , que logró mantenerse en ganancias a pesar de la que estaba cayendo. Mínimas, pero ganancias. Algo es algo.

Al cierre, el Dax cayó un 0,08%, el FTSE un 0,24%, el CAC un 0,05% y el Ibex ganó un 0,03%.