La Europa del marmitako

10/02/2012

Patricio Sesma Granell,. En euskera, marmitako significa “de la marmita “, en Cantabria lo llaman sorropotún, palabra que los vascos dicen que viene de zurrukutun, sorber en castellano y que es lo mismo que el marmitako pero con bacalao y mas caldoso

Creo que voy a dejar de leer el periódico en ayunas, y sólo lo haré después de comer. ¿Por qué? Pues muy sencillo, hay tanto paro, tanta crisis, que leo las noticias y el alma se me contrae como el PIB, y se me quitan las ganas de comer, pensando en que hay gente que está peor que yo.

Y si publican alguna de esas miserables pensiones que se llevan los banqueros, ya ni ceno, me paso todo el día con un terrible ardor en el pensamiento, y me siento culpable de la terrible pobreza que acecha a la banca. Pobrecitos, hasta de jubilados cobran poco.

Hoy he leído que nos hemos quedado sin poder pescar en Marruecos porque ha vencido el plazo; es lógico, los políticos están tan ocupados en salvarnos de la crisis que no han tenido tiempo para alcanzar un nuevo acuerdo.

Tras leer esto, y para honrar a nuestros pescadores, voy a preparar un marmitako.

En euskera, marmitako significa “de la marmita “, en Cantabria lo llaman sorropotún, palabra que los vascos  dicen que viene de zurrukutun, sorber en castellano y que es lo mismo que el marmitako pero con bacalao y mas caldoso.

Para dar voz a todos, como se debiera de hacer en todos los debates, diré que los cántabros cuentan que la palabra en cuestión la trajeron los indianos.

Y yo, que no quiero generar más líos autonómicos, me voy a comprar un kilo de bonito, sin piel y sin espinas, y si además el pescadero me lo corta en daditos, me ahorra el trabajo; por cierto, ahorrar el trabajo no es mandar al paro, es una ayuda de la que no se puede robar.

Compro un par de pimientos verdes, dos pimientos choriceros (vaya nombre más actual y aplicable al mundo económico), un  kilo de patatas, dos tomates y tres cebollas.

Por mucho que suba el IRPF, nos juren que el IVA no va a subir y aunque entreguemos al Estado nuestros ahorros de forma desinteresada porque no tienen dinero para cobrarse su sueldo, nunca nos faltará en la despensa el aceite y la sal. ¡Pobres, pero honrados!

Nos vamos a encargar primero de los choriceros, tal y como debía de hacerse con los que se lo llevan todo crudito.

Primero los remojamos  en agua fría y al cabo de un ratito, cuando se les hayan enfriado las malas ideas, los escaldamos en agua hirviendo para esterilizar las ideas que aún les queden; luego les quitamos la piel a tiras y con un cuchillito les sacamos la carne  y los rematamos, perdón, los reservamos, ¿En qué o en quién estaría yo pensando?

Luego, vamos a pelar los tomates y a cortarlos en daditos, y si queremos ser perfeccionistas, les quitamos las pepitas, aunque esto me parece trabajo de chinos .Otra vez los amigos amarillos de Marco Polo presentes, ¡qué pesadez! Seguro que están maquinando para hacer tomates sin pepitas.

Preparamos la marmita, del francés “marmite”, y como antes he dejado hablar a todas las partes, ahora me saltan los ingleses, que son únicos en malmeter, y exclaman que marmite es una cosa suya, no francesa. Marmite en el Reino Unido es una pasta para untar en las tostadas que está elaborada exclusivamente con extracto de la levadura obtenida como subproducto del proceso de elaboración de la cerveza.

Sr. David Cameron, no solo haga ofertas de trabajo a nuestros  médicos y enfermeras, admitan también a nuestros cocineros, lo necesitan más que el euro.

Sigamos  con lo nuestro, pero  como también hay que dar la palabra a los franceses, estos me recuerdan que la marmite es una cosa muy suya.

En francés antiguo, como adjetivo, significa hipócrita y también se aplicaba a los pucheros  de barro o metal con tapa que por su gran fondo servían para el transporte de viandas y además, no dejaban ver  la comida. Se bajaban del carro, y directamente se ponían al fuego, se llenaban de agua y se elaboraban sin necesidad de cambiar las viandas de recipiente, y así, el populacho no veía lo que había dentro y los pudientes podían hacerse sus guisos evitando que los mendigos les acosasen pidiéndoles una limosna en forma de comida.

En fin, que la historia se repite, que ahora hay  pucheros llenos de financieros forrados, pero nos dicen que lo que hay en la olla es caldo claro de convento.

También me recuerdan que la marmita más famosa es en la que se  cayó Obelix de pequeño y le hizo invencible. Sr. Sarkozi, tómese un poco de poción mágica  para que le crezcan ideas inmejorables e invencibles ante la crisis económica y deje de usar ideas “amarmitadas”.

Pero como nosotros los hispanos somos muy modernos, no tendremos marmita en casa  y cocinaremos en una cazuela de acero inoxidable  que  nos regaló el banco por estafarnos en la compra de unos bonos preferentes.

Y ahora, Alemania pide la palabra y nos dice que cazuelas de acero las de Solingen, el Albacete español, por eso de los aceros, cuchillos y navajas.

Señora Merkel, ya vemos que usted tira mucho de cuchara; la invito, porque pongo en duda que pague algo, a probar el marmitako y en la sobremesa y antes de la siesta, algo muy español,  hablamos de Solingen, de  Albacete o de Toledo.

¡Así va Europa, cada uno a defender lo suyo!

Rehogamos las cebollas,  el pimiento verde,  nuestros daditos de tomate, y ese vasito de vino blanco, a fuego lento con la tapa puesta para que se ablanden y el sofrito quede muy jugoso.

Según las grandes “etxekoandreak”, que en euskera significa amas de casa, reinas del hogar, y presidentas del gobierno familiar, “la jefa” en castellano, las patatas no se cortan sino que se chascan, “txaskan” que escribiría algún iluminado, y que consiste en hundir el filo de un cuchillo en la patata  y sin sacarlo y apoyando el dedo gordo en la parte superior de la patata tirar de él hacia arriba, para desgajar un trozo. La maniobra está bien hecha si oímos un chasquido al arrancar el trozo de patata.

Una vez “chascadas” las patatas y saladas, las ponemos en la marmita junto al despellejado choricero, y lo que ya habíamos salteado.

Cubrimos de agua y dejamos que se cueza la patata hasta  que esté blanda y entera. Se sabe que la patata está en su punto, usando el mismo método que para detectar burbujas económicas, si la pinchamos y explota es que nos hemos pasado de cocción y la hemos liado parda  Hay que pincharla y que no se rompa.

¿Y esto no lo sabían los economistas?

Una vez hervida la patata, añadimos el atún o bonito en tacos, y si me apuran cualquier otro pescado, y en cuanto vuelva a hervir, apagamos el fuego, tapamos, dejamos reposar  cinco minutos y servimos.

¡Buen provecho!

Patricio Sesma Granell, director del restaurante Bokado de Madrid

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Un pensamiento en “La Europa del marmitako

  1. Buena receta gastro-economica. Totalmente de acuerdo en que más cocina de mercado deberían conocer los políticos. Seguro que, al igual que muchas mujeres, sabrían mejor administrar los recursos.

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