A Estados Unidos también le llegan los recortes para reducir el déficit público, que el presidente Barak Obama quiere rebajar hasta el 5,5% en 2013 del 8,5% en que acabará éste. De momento, ha enviado al Congreso el proyecto de presupuesto para el ejercicio fiscal de 2013, en los que recoge un gasto de 3,8 billones de dólares.
La Casa Blanca calcula que para el próximo ejercicio, el déficit deberá quedar en 901.000 millones de euros, frente a los 1,33 billones con que finalizará el presente ejercicio fiscal estadounidense, lo que supone recortarlo en tres puntos. C0mo ha explicado el presidente Obama en un colegio universitario de Virginia, la economía del país «está en vías de sanar, pero aún no sale de problemas».
El objetivo para los próximos cuatro años será dejar el déficit público por debajo del 3%, lo que supone recortar en ese periodo 4 billones de dólares. La partida de Defensa será una de las que más notarán los recortes, ya que está previsto que el Pentágono se ahorre 850.000 millones de dólares con el fin de las guerras en Irán y Afganistán.
Las recetas que ofrece para cambiaer la situación es apostar por el sector manufacturero y las energías renovables y por la educación para cualificar a los trabajadores. De momento, en el proyecto de presupuestos hay varias partidas de unos 800.000 millones de dólares para fomentar la creación de empleo y la inversión en infraestructuras.
Y en paralelo, Obama reflexiona sobre cómo evitar los errores del pasado que han llevado a Estados Unidos a la crisis económica en la que se encuentra. Su fórmula es incrementar los ingresos del Estado por la vía recaudatoria y acabar con las exenciones fiscales para las clases más pudientes. Con ambas medidas las arcas públicas recibirían 250.000 millones cada año. Se trata de que no se vuelva a repetir que «a unos pocos les va bien, mientras que muchos pasan por una dura situación».
Obama, en clave de reelección a la Casa Blanca, quiere basar parte de su campaña en los presupuestos que acaba de remitir al Congreso. Su estrategia es la recuperación económica del país. Con ella espera conseguir los votos de sus conciudadanos para un segundo mandato, aunque en el bando republicano se califican las cuentas públicas del presidente como un «insulto a los contribuyentes americanos», según las definió Mitt Rommey, el mejor situado para representar a los republicanos en la carrera a la Casa Blanca.
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