Una reforma para sufrir

14/02/2012

Luis Díez.

“Aquí se viene a sufrir”, dijo a los periodistas la nueva portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Soraya Rodríguez, poco después de que el grupo parlamentario ratificara por unanimidad su nombramiento y el de Marcelino Iglesias en el Senado. Rodríguez conoce bien el sufrimiento, pues como secretaria de Estado de Cooperación Internacional ha tenido que negociar liberaciones de rehenes españoles en manos de grupos terroristas, y ha dirigido otras misiones sensibles de cierto riesgo. Nada que ver, esta Soraya, con la vicepresidenta del Gobierno, aunque sean tocayas y paisanas de Valladolid.

A la nueva portavoz socialista, la Soraya de Rubalcaba, de mayor edad y menos peluquería y maquillaje que la de Rajoy, no le van a faltar motivos para sufrir. Invocó algunos en su primera rueda de prensa. Son los relacionados con la obediencia ciega del Gobierno del PP a los planteamientos de la Conferencia Episcopal en materia de enseñanza y de derechos civiles y con los de la CEOE en materia laboral. Cincuenta días han sobrado al presidente Rajoy para impulsar su “programa oculto” e incurrir en “fraude electoral”, según los términos empleados por la nueva portavoz.

De “injusta, desequilibrada e ineficaz” calificó Rodríguez el decreto de Reforma Laboral que aprobó el viernes el Consejo de Ministros. Injusta porque lamina derechos adquiridos por los trabajadores, abarata el despido improcedente de 45 a 33 días por año trabajado como máximo, y, sobre todo, facilita los ajustes del 10% de las plantillas a voluntad de los empresarios con 20 días de liquidación por año trabajado. Es “desequilibrada” esta reforma porque lamina los convenios colectivos y permite a los patrones adoptar las decisiones que más les convengan en cada empresa, incluyendo las bajadas de sueldos, se pongan como se pongan los trabajadores. Y es “inútil” para crear empleo.

No hay más que ver que mientras se somete a los trabajadores a la legislación mercantil para facilitar los despidos y a los empleados de las empresas públicos y de las administraciones que sean “laborales fijos” a las disponibilidades presupuestarias para despedirlos sin más, el único instrumento del decreto para facilitar el empleo es un contrato de un año, en periodo de prueba, al cabo del cual, el patrón puede despedir al trabajador sin indemnización alguna. Todo un avance hacia la servidumbre y la sumisión. Las bonificaciones a la Seguridad Social para contratar jóvenes en prácticas y formación ya existen, y las demás, incluidas en la reforma, también figuran en la normativa fiscal vigente por mucha alharaca de pymes y autónomos.

¿Qué hacer ante esta contrarreforma que implica un radical cambio de modelo, quiebra el papel de los sindicatos y rompe el diálogo y la paz social?, le preguntaron a la socialista. En primer lugar, quejarse –como el miércoles hará Rubalcaba en su encuentro con Rajoy–; en segundo, enmendarla, aunque dada la mayoría absoluta del PP y el apoyo de CiU, turris burris lo que diga la oposición, y en tercer lugar protestar en la calle. El PSOE apoyará las manifestaciones convocadas por los sindicatos el próximo domingo, y aunque Rubalcaba no vaya, Soraya acudirá “como sufridora ciudadana”.

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