Mil y un congresos en Sevilla

20/02/2012

diarioabierto.es.

Estación de Atocha, once de la mañana de un viernes de febrero. Un tren de alta velocidad se dispone a trasladar a un Gobierno casi en pleno hacia el sur. El destino final de los vagones de la felicidad -la mayoría de los viajeros mandan mucho o tienen cargo y eso en los animales políticos equivale a satisfacción- es un Congreso de partido, el número 17, cuyo desenlace oficial puede ser escrito antes incluso del comienzo: previsible, tranquilo, anodino. El aderezo oficioso, la sal y la pimienta, se dará en restaurantes de postín. ¡Ay si las paredes del imprescindible Oriza hablasen!: comidas de negociación, almuerzos reconciliatorios, cenas de agasajo a periodistas privilegiados, sobremesas de confidencias, brindis de celebración….

El desarrollo del Congreso se resume en breves líneas: Rajoy aclamado -unanimidad en la toma de decisiones-, Cospedal entronizada -todo aquel que manda en el Gobierno no lo hará en el partido-, Arenas protagonista -si tras el despliegue del PP en Andalucía y el despropósito socialista en esta región no gana por absolutísima, es para echarle a los leones-, Fraga omnipresente -la exposición fotográfica en su honor o el vídeo homenaje, lo más emotivo del sarao-. Y la sempiterna autocomplacencia sobrevolando el ambiente: yerran los que impiden cualquier atisbo de autocrítica.

Pero un evento de tal envergadura -casi 5.000 personas- conlleva más de lo que los medios  transmiten. No hay un Congreso, hay miles, tantos como participantes -y como observadores e invitados-. Si uno se deja llevar, empapándose del entorno, tendrá una historia para sí.  Juan es un joven catalán que sueña subir al atril como figura política. Lo que nadie le ha contado estos días -ni le aclararán jamás- es que para conseguir su propósito no ha de ser necesariamente brillante, ni ideólogo, ni estadista: bastará con no dar la lata a los mayores. Los que fueron obedientes desde el origen ascendieron más rápido; los que dejaron de rebelarse retornando sumisos al redil, cumplieron anhelos. Consejo para Juan: en política, el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Chelo es mujer atractiva, militante de base, que busca un futuro mejor. Por alguna extraña razón, vincula esa legítima aspiración al líder provincial que un día la regaló -como a tantas otras- carantoñas que ella malinterpretó a su libre albedrío. Para nuestra ingenua amiga, tres días de convivencia con aquel que idolatra, suponen el acontecimiento del año en lo que a ilusión, rituales de belleza, selección de vestuario y esperanzas se refiere. Parafraseando al gran Urquijo: “pero cómo explicar que se vuelve vulgar al bajarse de cada escenario”. Lo del cantante es aplicable al político, querida Chelo. Y advertencia inmerecida para el dirigente aprendiz de Casanova: hay un sentimiento aún más fuerte que el amor, el interés. A Pepe Luis algún organizador le ha mandado supervisar las sillas de primera fila -las señaladas con nombres y apellidos, las que ubican a algún consorte en posición privilegiada relegando a la esquina a señores ministros-. El tal Pepito entra en trance creyéndose emperador: vocea violentamente a todo el que osa acercarse siquiera a “su territorio”, mientras maldice con actitud chulesca, casi amenazante, a los compañeros de prensa que ejercen su trabajo fotografiando el espacio de mayor interés informativo. Pepe Luis da miedo: si se crece tanto por controlar unas sillas de qué no será capaz por un nombramiento. Llegará lejos. Ignacio y María se conocieron, se sedujeron y se engancharon. Mutuamente se buscan y se encuentran. Salvaguardan su historia de flases y de la opinión pública. En Sevilla -como en tantos otros sitios- les cita el destino. Viajan por separado perdiéndose por la ciudad cada uno por su lado. Cuando los hados se encaprichan, obran el milagro de veladas inolvidables. Si no, tienen la certeza de otra próxima cita.  Y la incertidumbre sobre qué estará haciendo el otro. Ambos saben que están ahí -en el tren de las 11:00 y en el de las 14:45-, en el vagón de al lado, en idéntico plenario, a escasos metros, quizá en el callejón contiguo, en el coche que divisan sin alcanzar a distinguir al ocupante. Él -entre los asientos de invitados- contempla el espectáculo, mientras ella -protagonista desde la tribuna-, no deja de rebuscar entre los centenares de rostros que su campo de visión limita. Esa permanente sospecha de una coincidencia fortuita -alimentada por miles de sugerentes mensajes- impulsa hacia el infinito sus ansias de intimidad, multiplicando las ganas del uno por el otro. La inquietud por saber si a cada nuevo paso dado se están acercando, si tropezarán tras aquella esquina, convierte en apetecible cualquier reencuentro. Se desean más cada momento que dejan atrás sin la benevolencia del azar. Los que afirman que los congresos de partido son soporíferos es que nunca indagaron a fondo…

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8 pensamientos en “Mil y un congresos en Sevilla

  1. ha descrito usted bien los sujetos que han ocupado los cargos politicos en los últimos años:los grises que no hagan sombra a los de arriba (en el consejo a Juan) y el trepa y arrogante de las sillas que cuando le dan un carguillo de cuarta eclosiona y se cree el rey del mambo… y de los trapicheos… Así nos ha ido

  2. Lo de Cospedal no acabo de entenderlo y mira que lo hemos intentado, lo de Floriano ni te cuento, lo de Arenas podemos remontar a su primera comunión y parece que ya era candidato, y es que si seguimos llegaríamos a que tampoco logro comprender lo de Rajoy. En fin, corramos el tupido velo y a arrimar el hombro que España lo necesita

  3. «La tontería se coloca siempre en primera fila para ser vista, la inteligencia detrás para ver» afirmaba la reina-poetisa Isabel de Rumanía (alias Carmen Sylva). Aplíquese a la política y se acertará de pleno. Como tan sabiamente ha descrito Carmela, el Congreso del PP está lleno de unos y de otros, o de unas y de otras.
    Esa imagen del chico que controla las sillas en primera fila es una maravillosa metáfora de la política y, con seguridad, un adelanto del futuro político del chaval.

  4. Carmela por Dior! Que bueno! Pero con nombres reales! ¿Quién es Chelo? y el provincial Casanova? Y sobre todo ¿Quienes son Ignacio y María???? Pero si los políticos tienen la sensibilidad de una almeja… Aunque sea ella ¿quien es capaz de tentar al destino y dejarse llevar por los hados? Desembucha pero YA!

  5. Enhorabuena.Idealismo,romanticismo,despotismo y el encanto misterioso de la vida se aúnan en su excelente artículo.

  6. Magnífico. En un solo párrafo resume concisamente lo que dio de sí el Congreso «oficial». El de las sillas personifica la bochornosa actitud y las nulas aptitudes de los que obtienen cargo medrando. El consejo al chaval catalán de fábula y cuánta verdad hay cuando afirma que el interés puede más que el amor. María de la O si tiene inquietud haga un poco de investigación periodística, la autora dá pistas: seleccione las mujeres PP con cargo que estaban sentadas en el escenario y pida un el listado de viajeros de Ave de este fin de semana, haga coincidir cual de ellas viajó en los horarios apuntados. Averiguar el objeto de sus desvelos será más complicado, pero estará entre los varones que viajaron en ese tren. Un saludo.

  7. Para Lector: la referencia sobre el interés y el amor está inspirada en una cita de Thomas Mann, que aunque escrita a principios del siglo pasado, es completamente aplicable a los valores que mueven la sociedad actual. Gracias a todos!

  8. Carmelaaaa! danos más pistas!!! Las señoras sobre la tarima: Cospe, Aguirre, Rudi, Soraya, Barbera, Bañez, Mato, Pastor, Salom, Villalobos, Teofila, Botella….. ¿Pero cual de ellas es capaz de tener algo tan sensual, misterioso, sugerente? por más que lo intento no hay manera de centrar el tiro… perdonen este comentario pero a mi entendimiento la mayoria representan la anti-lujuria

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