Era la primera ocasión de hablar en público que tenía el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, tras las recientes decisiones del Gobierno en materia de reforma financiera y laboral. Y no la ha desperdiciado aunque no se ha referido a ellas de forma directa. Pero el mensaje de fondo que ha lanzado está en la línea de lo decidido por el Gobierno y de lo que el propio Banco de España venía proponiendo desde hace tiempo.

Fernández Ordóñez inauguró una jornada en homenaje a Luis Ángel  Rojo, el antiguo gobernador del Banco de España, pasando revista a la situación de la crisis actual y del euro y sin hacer mención especial al segundo recate griego decidido en la noche del lunes, pero sí quiso dejar claro cuál es en su opinión la receta para que la economía española resuelva sus problemas.

Y fue taxativo al señalar que “ausente la posibilidad de la devaluación cambiaria, la devaluación  interna, esto es, el ajuste de precios y remuneraciones, junto con los aumentos de productividad derivados de una mejor gestión del trabajo, son la única alternativa disponible a muy corto plazo para impulsar y recuperar la competitividad perdida”.

El gobernador había señalado anteriormente que “la necesidad de reducir los elevados niveles de endeudamiento público y privado acumulados en el pasado hacer de la mejora de la competitividad la variable fundamental para recuperar la confianza y el crecimiento del producto y el empleo”.

Es toda una toma de posición, apenas un día después de que las centrales sindicales iniciaran el proceso de movilizaciones decidido como respuesta a la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy apenas hace unas semanas y en la que además de proceder a abaratar el despido de forma generalizada se concede poder a los empresarios para reducir los salarios de manera unilateral si las empresas están en pérdidas o sufren un evidente deterioro de su actividad.

El Gobierno ha implementado la norma legal que hace posible ese ajuste salarial, habrá que ver como pone en marcha el mecanismo de reducción de precios sin caer en la deflación, y el Banco de España, a través del  gobernador, pone el aparato conceptual e intelectual que justifica el fondo de la reforma.

Y Fernández Ordóñez no dudó en enarbolar la figura del profesor Rojo para justificar lo anterior. Terminó su intervención con una cita del último discurso pronunciado por Rojo como gobernador del Banco de España, en el verano del 2000, en la que señalaba que “la economía española necesita moderar la expansión de la demanda y aumentar el grado de flexibilidad de los mercados de trabajo y de productos para poder mantener unas tasas altas y estables de crecimiento en el futuro; es decir,  se requiere una política que refuerce  aún más el proceso de consolidación fiscal, que impulse la flexibilización del mercado laboral y que avanece con energía en la desregulación y la introducción de mayor competencia en los mercados de bienes y servicios”.

A lo largo de su intervención, Fernández Ordóñez resaltó las deficiencias mostradas a lo largo de los 10 años de moneda única y la escasa atención que se prestó a instrumentar un modelo más uniforme de gobernanza europea y de convergencia fiscal  por parte de los países miembros del euro como elementos esenciales que habrían servido para mitigar en gran medida los efectos de la crisis económica que sacude a los países europeos.