El informe sobre perspectivas económicas de la Unión Europea presentado por el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rhen, es respecto a España más optimista que las previsiones hechas recientemente por el FMI y por el propio Banco de España ya que estima que el PIB español caerá un 1% en 2012 frente al 1,7% del organismo internacional y el 1,5% del Banco de España.

En todo caso supone un claro empeoramiento de la situación respecto a las anteriores previsiones en las que los expertos comunitarios estimaban que la economía española crecería siete décimas en este año.

El empeoramiento de la economía de la zona euro es generalizado. Todos los países tendrán un comportamiento peor que el previsto en otoño y el conjunto de la zona euro registrará una caída de tres décimas frente al crecimiento de cinco décimas que se consideraba en el informa anterior.

El reconocimiento del deterioro generalizado es lo que va a permitir al Gobierno español, y a los ejecutivos de otros países, plantear de manera formal una flexibilización a la hora de cumplir con los compromisos adquiridos en materia de reducción del déficit público. El Gobierno de Mariano Rajoy querría que se reconociera que la situación económica ha cambiado y que por lo tanto el esfuerzo que habría que hacer para cumplir con lo acordado, terminar 2012 con un déficit del 4,4%, supondría un esfuerzo excesivo en las circunstancias actuales.

Y lo justifica por dos motivos: un interno y otro externo. El interno es que la Administración anterior, especialmente las Comunidades Autónomas, no han cumplido con los compromisos anteriores y por eso el déficit conjunto en 2011 en lugar de bajar al 6% estará en el entorno del 8%. El factor externo es que las condiciones generales han cambiado y para 2012 en lugar de un crecimiento económico se calcula que habrá una caída en la riqueza y por lo tanto la recaudación fiscal se resentirá.

Con estas razones, y a la luz de que es un problema global y no solo de la economía española, es muy probable que la Comisión Europea y el Consejo Europeo  acepten una cierta relajación en las exigencias de cumplimiento de reducción del déficit para todos los países en dificultades. La cuestión está en saber hasta dónde y de qué forma.

El comisario europeo de presupuesto, el polaco Janusz Lewandowski, ha dejado muy clara cuál es la posición de la Comisión: “lo importante es mantener el compromiso del 3% de déficit en 2013”. La parada intermedia, es decir cómo quedará el déficit a finales de este año, es secundario vino a decir. Y esto es precisamente lo que quiere el Gobierno español: que no se le obligue a bajar desde el 8% al 4,4% en 2012. Prefiere repartir el esfuerzo en dos años en lugar de hacer uno mayor ahora y otro más pequeño el año próximo. Entre otras cosas porque si al final de 2013 en lugar del 3% se llega a una cifra cercana aunque ligeramente superior nadie va a poner el grito en el cielo.

Tanto Luis de Guindos como Cristóbal Montoro se moverían más tranquilos si la Comisión Europea no pusiera ningún problema a aceptar que el esfuerzo de reducción del déficit público en 2012 llegara hasta dejarlo situado algo por encima del 5%, lo que supondrá un esfuerzo de casi tres puntos y que el que haya que hacer en el año 2013 sea de la mitad o algo más. Entre otras cosas porque las previsiones para el próximo ejercicio marcan que habrá un crecimiento económico positivo y, por tanto, que la recaudación fiscal empezará a recuperarse.