En 2007, año en el que comenzó la crisis financiera y económica más grave desde la Gran Depresión de 1929, las empresas (y también los Gobiernos, las Universidades y los expertos) de todo el mundo estaban preocupadas fundamentalmente por la situación de la infraestructura crítica de información, las enfermedades crónicas en países desarrollados, el impacto de los precios del petróleo, el aterrizaje brusco de la economía china y el derrumbe de los precios de los activos. Cinco años después, las preocupaciones han variado significativamente. Los riesgos más probables son la gran disparidad de ingresos, los desequilibrios fiscales crónicos, el aumento de emisiones de gas de efecto invernadero, los ataques cibernéticos y una crisis por problemas en el suministro de agua. Y los de mayor impacto, los fallos en el sistema financiero, el agua, una crisis por la escasez de alimentos, los desequilibrios fiscales, y la volatilidad extrema de los precios de la energía y de los productos agrícolas.
Aunque los autores del Informe de Riesgos Globales, que elabora la consultora de riesgos Marsh, matizan que “el panorama de riesgos en este informe se basa en un conjunto refinado y expandido de 50 riesgos, comparado con los 37 de ediciones anteriores”, por lo que las comparaciones “no son directas”, los expertos de Marsh reconocen que la preocupación “se ha desplazado de los riesgos ambientales en el 2011 a los socioeconómicos en 2012”. Los riesgos económicos han desplazado a los ambientales como los más probables. En 2011, los riesgos que presentaban el mayor impacto potencial eran los económicos y ambientales; en 2012, son los riesgos económicos y sociales.
El panel de expertos, formado por Alex Wittenberg, socio de Oliver Wyman y director del Global Risk Center; Gary Lynch, director de Riesgos en la Cadena de Suministro; Bob Parisi, Director de Riesgos Cibernéticos y Protección de Datos; Tim Smith, director de Riesgos de Crédito para EMEA; Julian Macey-Dare, director de Riesgos Internacionales y Políticos; Caroline Woolley, directora del área de Daños Materiales, y Jim Pierce, presidente de Energía e Infraestructuras de Marsh, ha analizado en Global Risks 2012 Webcast las principales conclusiones del Informe de Riesgos Globales (que se hace público con motivo del Foro Económico Mundial), centrándose en las implicaciones que tendrán en los negocios tres factores.
El primero, “el creciente número de jóvenes parados y sin perspectivas de futuro, de jubilados dependientes de Estados con graves problemas de deuda”, ya que “el aumento de la brecha entre ricos y pobres puede alimentar importantes disturbios sociales”. El segundo, la inseguridad de las medidas de protección: “A medida que el mundo interconectado actual se hace cada vez más complejo, las políticas, normativas e instituciones internacionales pueden ser insuficientes”. Y el tercero, que definen como “el lado oscuro de la conectividad”: “Nuestra dependencia de sistemas conectados on-line nos hace muy vulnerables a ciberataques potencialmente devastadores, llevados a cabo por individuos, instituciones o naciones con fines maliciosos”.
El estudio de Marsh señala que «el análisis de las vinculaciones entre los distintos riesgos globales revela una constelación de riesgos fiscales, demográficos y sociales que apuntan a un futuro distópico para gran parte de la humanidad”. La interacción entre estos riesgos podría desembocar “en un mundo en el que una gran parte de la población joven afronte unas tasas de desempleo elevadas y crónicas, mientras que, al mismo tiempo, la mayor legión de jubilados de la historia pasa a depender de unos Gobiernos fuertemente endeudados». «Jóvenes y mayores estarían sufriendo una brecha de ingresos de tal calado que, sumada al déficit de habilidades, amenazarían con socavar la estabilidad social y política”, subraya el informe.
Amenazas cibernéticas
“La vida cotidiana es más vulnerable a las amenazas cibernéticas y a trastornos digitales”, avisan los expertos de Marsh. La seguridad online es considerada un bien público, lo que implica “la necesidad urgente de fomentar una mayor implicación del sector privado para reducir la vulnerabilidad de los sistemas de tecnología de la información claves”, añade el Informe sobre los Riesgos Globales 2012.
“Si bien en el pasado se requerían abundantes recursos humanos y materiales para ejercer influencia política o económica a escala mundial, las fronteras han comenzado a permeabilizarse a medida que el poder se ha ido desplazando del mundo real al mundo virtual. Es preciso contar con un espacio digital ‘sano’ para garantizar la estabilidad de la economía mundial y el equilibrio de poder”, argumenta.
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