La OCDE ha reavivado el debate sobre las tasas universitarias y en un informe económico que acaba de publicar sostiene que los modelos de financiación de la educación que aplican unos precios moderados ofrecen más oportunidades para “promover el acceso, la igualdad, el término de los estudios y resultados positivos para los estudiantes”.
La organización internacional estima también que ese nivel «moderado» de tasas universitarias que recomienda tiene ese efecto beneficioso si se acompaña de un sistema adecuado de financiación a los estudiantes, que incluya una oferta de préstamos cuya devolución tenga en cuenta la renta de los estudiantes, y se dote de instrumentos adecuados para comprobar con qué medios cuentan los perceptores de becas y ayudas. No obstante y dada la complejidad de los países, la OCDE reconoce que no es fácil definir en qué consiste un nivel “moderado” de tasas universitarias.
La OCDE sitúa la media de las tasas en aquellos países donde se cobran, entre los 800 y los 1.300 dólares (entre los 600 y los 970 euros) anuales. Advierte también de que en la determinación de las tasas influyen multitud de factores, entre los que destaca “la calidad de los sistemas educativos de Primaria y Secundaria, la prevalencia de programas vocacionales y el número de estudiantes extranjeros en el sistema de Educación Superior”.
En países donde se cobran tasas elevadas –cita Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos–- se registran unos porcentajes de ingreso en la Universidad superiores a la media de la OCDE, porque, según el informe, cuentan con sistemas de ayuda a los estudiantes más desarrollados. Sin embargo, la organización internacional previene contra ese modelo, ya que las tasas universitarias elevadas pueden desmotivar a los alumnos.
Por otro lado, los datos con los que cuenta la OCDE indican que en aquellos países donde no hay tasas universitarias se dan altos niveles de acceso a la educación superior, lo que «puede deberse –afirma- a que sus sistemas de apoyo financiero a los estudiantes incluyen la cobertura de costes de manutención». Ante estas circunstancias, la organización considera que los mejores resultados se obtienen con una combinación de préstamos concedidos según la renta de los perceptores y de sistemas de becas que comprueben los medios con los que cuentan los estudiantes candidatos a percibirlas.
La OCDE destaca además que está empezando a ser muy importante, en un campo sujeto a variaciones por la crisis económica, que se dé una combinación entre la financiación pública y privada.
Los sistemas de financiación de la Universidad en relación con la aportación de los alumnos son muy diferentes e incluso pendulares. De hecho, junto a los sistemas con unas elevadas tasas, existen otros donde la aportación de los alumnos por ese concepto es muy baja o inexistente. El referido informe incluye en este apartado a países como Austria, Bélgica, la República Checa, Francia, Irlanda, Italia, Portugal, Suiza, España o México, pero no son los únicos. Indica asimismo que estos mismos países disponen de un «acceso limitado a la ayuda financiera» para los estudiantes.
Subidas autorizadas
En España, los precios de las tasas son fijados por las comunidades autónomas aunque es el Gobierno el que autoriza los límites de subida. Este curso y con respecto al anterior, la subida mínima autorizada ha sido del 3,6% y la máxima, del 7,6%. No todas las autonomías han aplicado el mismo incremento, lo que se traduce en diferentes precios de matrículas. Por ejemplo, Cataluña ha optado por la parte más elevada de la horquilla y ha aplicado el máximo incremento, lo mismo que la Comunidad Valenciana (7,5%), mientras que Galicia o Canarias se han acogido al mínimo. Madrid se ha quedado en una zona intermedia, con un 5% de aumento. Con todo y en el mejor de los casos, la contribución de los universitarios españoles apenas supone el 15% del coste de su enseñanza.
El precio medio de la primera matrícula es de unos 900 euros por curso pero existen significativas diferencias. Además, las segundas y terceras inscripciones se penalizan con incrementos de entre el 20 y el 70% del coste inicial. Las tasas más altas oscilan, en cifras redondas, entre 900 euros y 1.400 euros por curso, según la carrera de que se trate. Por el contrario, los precios más bajos se mueven entre 570 euros y 1.060 euros también por curso. Con carácter general, las administraciones educativas establecen los denominados grados de experimentalidad para las carreras a la hora de determinar el precio de la matrícula en cada una de ellas; en algún caso, se llega a siete niveles, en otros se determinan solo dos.
El debate sobre la subida de las tasas no es nuevo, ya que algunos sostienen que no se debe subvencionar por igual a todos los alumnos, sino que deben pagar más los que más tienen y dotar de becas suficientes a los que más lo necesiten. Otros se inclinan por ayudar con un amplio fondo de becas estatales a los estudiantes procedentes de las clases medias, que serían los más perjudicados por una eventual subida de tasas.
De acuerdo con diferentes informes y propuestas de financiación de comisiones constituidas “ad hoc”, el precio de las tasas debería sufragar el 30% del coste del puesto universitario y, lógicamente, la subida iría unida a una generosa política de becas. Las propuestas también hacen hincapié en la conveniencia de penalizar severamente a los repetidores, y recomiendan un 50% de recargo en la segunda matrícula y en cien por cien en la tercera.
En cualquier caso, el nuevo Gobierno no se ha pronunciado todavía sobre esta cuestión, y el ministro de Educación, José Ignacio Wert, solo ha hablado de revisar el sistema de becas universitarias para endurecer los requisitos académicos y no primar los económicos.
La discusión sobre la aportación del estudiante no es privativa de España. Otros países la han afrontado o la están afrontando. El caso más reciente lo constituye el Reino Unido, que con el nuevo sistema de financiación ha autorizado unas tasas de hasta 9.000 libras anuales (10.250 euros), casi tres veces más que hasta ahora, aunque se ha arbitrado un sistema de becas y créditos a devolver al terminar la carrera. La medida provocó duras protestas y serios disturbios estudiantiles.
Pese a todo, algunas universidades han decidido no llegar a ese límite para no perder alumnos, porque otros países tienen universidades más baratas y la dimensión internacional de los campus es cada vez mayor.
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