“Yo también noto la crisis”

29/02/2012

Carmen Duerto.

Se levanta a las siete de la mañana para estirar el día como si pudiera clonar las horas. El coche lo tiene adaptado para ir trabajando o descansando en él. La baronesa es más de carreteras que de aviones. Se encomienda todos los días a la virgen de Guadalupe y a la de Fátima, que lleva en forma de medallas al cuello. Les reza todos los días al levantarse y al acostarse. Desayuna zumo de naranja, café y cereales, atiende a las niñas, despacha con sus secretarias, supervisa la marcha de todas sus residencias y se da un paseo por el arte a la venta, sin salir de casa, porque recibe todos los catálogos de las subastas que se hacen en todos los lugares del planeta. Tiene la agenda de una vicepresidenta de gobierno, no en vano está al tanto de finanzas, museos, patronatos y hasta la jardinería, que le entusiasma. Carmen Thyssen decide y controla todo, desde una venta de acciones hasta la plantación de tulipanes en el jardín.

“A finales de febrero se terminaba el plazo de cesión y era el momento de ver qué pasaba. Debido a la crisis no era el momento para plantearse otra cosa. Si yo puedo ayudar con el arte, prestando mi colección, pues ayudo y la presto otro año más de forma absolutamente gratuita, como hasta ahora. Pasado ese tiempo ya se verá”

-Mariano Rajoy, llegó a un acuerdo con usted como ministro de cultura, ahora que se agota el plazo, es presidente del gobierno. ¿Ha intervenido en la prórroga?

No, porque no ha habido necesidad que Mariano Rajoy, que está ocupadísimo, se haya puesto en contacto conmigo. Nos hemos reunido con el ministro de cultura, con el Sr.Wert y no ha sido necesaria la intervención del presidente del gobierno.

-La parte más fuerte de su colección son los impresionistas y los post-impresionistas, el último Cezanne subastado por 191 millones de euros, lo era. ¿Qué sensación le produce?

Naturalmente como coleccionista te produce una sensación estupenda.

-¿Pujará por el grito de Munch que sale a subasta en Nueva York?

No. Todos tenemos crisis, de una u otra forma todos la notamos. Esas piezas tan buenas que salen al mercado, como el Munch, no puedo comprarlas. Solamente las obras muy buenas son las que están haciendo subir el mercado meteóricamente. En manos privadas quedan muy pocas obras buenas.

-¿Cómo nota la crisis usted?

Si, como todo el mundo modero mis gastos. Aunque siempre he sido muy austera con mis gastos personales y lo sigo siendo. Para mí es un gran sacrificio prestar mi colección gratuitamente, que ya va por trece años.

-¿Ha adquirido nuevas obras en ARCO?

No. Soy coleccionista y naturalmente si algo aparece, que puedo adquirir en este tiempo de crisis a un precio razonable, me hago con ella. El coleccionista siempre piensa y está convencido que está salvando un cuadro de perderse, uno cree que lo puede cuidar. De hecho mis cuadros están en museos sobretodo los del siglo XIX español para que no pasaran al olvido. Mi marido siempre me pedía opinión, todas las obras de arte que adquiríamos siempre me preguntaba porque decía que tenía tan buen ojo como el suyo

-¿Usted ejerce de mecenas, al estilo de los Medici, que sufragaban los gastos de los algunos artistas para que pudieran crear?

Creo que el ceder 485 cuadros de mi colección gratuitamente, es una forma bastante generosa de ejercer mecenazgo y también los 300 obras que he prestado a Málaga  durante 15 años y las 42 exhibiciones temporales que he hecho alrededor del mundo. Ese es el mecenazgo del siglo XXI.

-¿Su intención es vender la colección?

No, ni lo es, ni lo ha sido, ni será.

-¿Las niñas la acompañan a exposiciones. Las está introduciendo en el mundo del arte?

Ellas están estudiando. Se están educando a como corresponde a mi forma de vivir. Desde hace dos años y medio estudian arte. Ahora saben leer y tienen cinco años y medio, les enseñamos los cuadros del museo y ellas saben distinguirlos. Tienen profesoras que las están iniciando en el mundo del arte. En el museo Thyssen tenemos las mejores clases didácticas para niños. En Lugano reciben toda esa información y esas clases de arte. Allí aún tenemos un museo que, aunque esté vacio porque las obras  eran la colección de mi marido, hemos colgado unas laminas en las salas y así ellas juegan aprendiendo arte. Ellas pintan y cada una tiene su gusto.

-¿Su colección sigue teniendo muchos pretendientes?

-Es normal que los tengan. Ni siquiera reparo en ellos porque hay que recordar que traje la colección de mi marido a España y me gusta y quiero que mi colección se quede aquí.

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