Podemos definir la gestión “quant” como el estilo de gestión donde las decisiones de inversión -tanto estratégicas como tácticas- se ejecutan disciplinada, metodológica e industrialmente en función de las señales aportadas por un modelo cuantitativo.
En la anterior definición caben estilos muy diferentes, muchos de ellos radicalmente opuestos tanto en objetivos estratégicos como en riesgos asumidos. Carteras donde se implementan sistemas de trading basados en algoritmos cuantitativos (“algotrading”) o que atacan al mercado en nanosegundos (“high frequency trading”) son tan “quant” como carteras gestionadas por objetivos de volatilidad y rentabilidad esperada (gestión por VaR).
Estados Unidos es la cuna de los gestores cuantitativos. El avance de la tecnología informática y de los sistemas automáticos de acceso a los mercados organizados (OMS –Order Management System-) marcan las tendencias.
Si hablamos de estilo cuantitativo-especulativo, actualmente el “high frequency trading” está de moda. Pero el “algotrading” de los CTA (“Commoditty Trading Advisor”) americanos no ha pasado de moda en los últimos 25 años. Si hablamos de estilos más estratégicos, está de moda la gestión cuantitativa del “total return” aunque la gestión por VaR (“Value-at-Risk”) haya perdido atractivo comercial en los últimos años.
En España existen pocos gestores cuantitativo-especulativos ya que aquí el número de “hedge funds” o figuras similares a los CTA americanos es muy reducido y los que hay no son necesariamente cuantitativos. Casi todos “quants” españoles son cuantitativo-estratégicos, fundamentalmente enfocados al “total return”.
A pesar de la gran variedad de estilos “quant” podemos identificar características homogéneas a todos ellos. Son las siguientes:
– Existe un modelo de actuación previamente definido.
– Se aplica una estricta disciplina en la ejecución de las decisiones tácticas (las órdenes).
– Búsqueda de la eficiencia y la reducción de costes al operar en el mercado.
– Existen límites de exposición y límites de riesgo y se evalúa continuamente su eventual vulneración.
– Las tareas de gestión, medición de riesgos y control están industrializadas en sistemas informáticos potentes.
– Organización de la información. Los “quant” toman decisiones en función de una gran cantidad de información por lo que la organización de la misma es fundamental: bases de datos potentes y robustas y software específico para su explotación eficiente.
– La cualificación de los gestores está por encima de la media. Además de la formación económica y financiera esperada, es necesario formación matemática y estadística y conocimientos avanzados de programación.
Los cambios de la industria financiera desde 2007 han generado también cambios en la industria “quant”. Por ejemplo, los riesgos de contraparte y de liquidez estaban claramente infraestimados antes del 2007. No se disponía de modelos cuantitativos para su calibración debido a la ausencia de datos históricos fiables. No quedaba más remedio que acudir a simulaciones (“what if”) o escenarios de crisis (“worst case scenario”) para poner límites y diseñar planes de contingencia. Pero la realidad ha superado, en muchos casos, los perores escenarios previstos. Los “quant” han ido aprendiendo de sus propios errores. El conocimiento debe actualizarse. La experiencia no tiene que servir para avalar nuestros éxitos sino para cuestionarnos nuestros errores.
En general las rentabilidades obtenidas durante el 2011 por los “quant” españoles han estado por debajo de los objetivos inicialmente previstos pero por encima de los benchmarks tradicionales de evaluación de resultados.
Los clientes de los “quants” españoles suelen ser ahorradores profesionales de tamaño medio (SICAVS, corporaciones, entidades aseguradoras y planes de pensiones de empleo) que persiguen la protección de su riqueza y la obtención de rentabilidades ordenadas a medio y largo plazo. Los mandatos son globales y de “total return”.
Si en el 2011 los “quants españoles” han estado por encima de los benchmarks no ha sido, en general, por los méritos de la técnica cuantitativa sino por los beneficios de la diversificación. Diversificar es una obligación para cualquier ahorrador y no hacerlo supone no sólo un gran error sino además una absoluta temeridad. Puedes ser un gran gestor cuantitativo pero si eres temerario estás muerto.
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