Familias en paro

04/03/2012

diarioabierto.es.

Manuel tiene 53 años. Y toda una vida dedicada a la construcción: era obrero, uno de los mejores de la plantilla. Cuando la famosa crisis estalló, Manuel se quedó en paro, ya que la empresa para la que trabajaba quebró. Y Manuel, desde entonces fue dando tumbos de un lado a otro, “mendigando” por así decirlo, unas horas de trabajo, para poder alimentar a su familia, ya que era y es, padre de tres hijas.

A Manuel le quedaron los ahorros para ir tirando. Pero los ahorros hace poco tiempo que se agotaron. Su mujer, ama de casa, tuvo que salir a buscar trabajo. Ahora es limpiadora del hogar, trabaja algunas horas limpiando casas ajenas para poder salir adelante. Trabajaba en 3 casas, ahora solamente en 1, la crisis también aprieta a familias que contratan, porque se tratan de ajustar el cinturón y eliminar gastos, y optan por prescindir de la limpieza.

El hogar de Manuel es un hogar de paredes vacías, donde solamente un reloj colgado se encarga de marcar los segundos y los días. Viven sin lujos de algún tipo. En una mesa pequeña tienen una televisión de tambor que aún se escucha y se ve (y que dure). Tienen un frigorífico pequeño, para que así siempre se vea lleno –dicen-. Van calculadora en mano al supermercado y siempre compran los productos más baratos. No se guían por las marcas, solamente miran los precios.

Dicen que cuando el dinero no te llega para comer, tratas de elaborar comidas que puedas estirar y estirar. Y utilizar para muchos platos. Cuando no tienes dinero te vuelves más inteligente, incluso a veces parece que eres mago, porque con una patata y poco más, haces tres platos diferentes.

La vida de tus hijas –dice Manuel- es un poco triste, pero es la que les ha tocado a ellas también. Tratas de que no les falte de nada, y cuando menos lo esperas no puedes darles todo lo que necesitan, o al menos, no esos pequeños caprichos que a cualquier padre o madre le gustaría dar a sus hijos.

Las tres hijas que tienen se desviven por los estudios. Sacan muy buenas notas. Y ellas mismas miran a sus padres y ven a personas luchadoras, no a fracasados. Cada día les animan, les dicen: hoy será un buen día. Aunque Manuel y su mujer sepan que será un día exactamente igual que el anterior.

La familia de Manuel es una familia de tantas y tantas como hay. Familias que han quedado de la noche a la mañana sin trabajo y con la edad suficiente como para que todo , a la hora de encontrar trabajo, sea un inconveniente.

Pero estas familias son las más fuertes y si te fijas, las que más unidas están. Son las que se reúnen todos juntos para comer, las que no quedan calladas en la mesa, las que sonríen más, las que se apoyan los unos a los otros. Las que cuando uno llora, lloran todos: y cuando uno ríen, ríen todos. Como estas familias hay muchas. Muchísimas.

Apenas tienen para comer, pero siguen luchando hasta el final. Soñando con un futuro mejor. Teniendo esperanza en que todo cambie y contando los días que quedan para llegar a fin de mes.

A todas estas familias yo les deseo la mayor de las suertes.

A Manuel, especialmente, cuando le veo contando monedas de céntimo en la panadería, para comprar una barra de pan.

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