Rusia sin Opinión

06/03/2012

diarioabierto.es.

En Moscú la revuelta, la crispación de calle, el disparo en el aire. Moscú como escenario del drama repetido de la corrupción electoral, del abuso constante de la fuerza, del robo, del engaño. Vivimos, no sólo en España, la gran edad del timador legal. Lo vemos ahora en Rusia, donde miles de ciudadanos llevan ya meses ocupando las avenidas y las plazas por lo mismo que ayer: denunciar irregularidades en las elecciones presidenciales dieron el triunfo a Vladímir Putin el pasado domingo. La cifra de detenciones no es baladí: nada menos que entre cien y mil personas, según las fuentes, que al parecer, según el Gobierno, ya han sido puestos en libertad. Sin embargo, ¿qué importa, si la libertad de Rusia ahora sigue en manos de este ex agente de la KGB que sólo llora si el viento más frío le cruza la cara? Los detenidos ocuparon la calle Tverskaya gritando “Rusia sin Putin”, algo muy difícil de gritar hoy en Rusia, y tras encaminarse a la estación de Bielorrusia fueron conducidos por los antidisturbios en autobuses a la comisaría: entre ellos, el escritor Eduard Limónov, colíder del movimiento La Otra Rusia, mientras intentaba protestar en las inmediaciones de la Comisión Electoral Central, y varios periodistas. La Rusia de Putin no necesita Opinión.

¿Está Rusia al borde de una guerra civil? Aparentemente sí, a tenor del despliegue policial –casi se diría que militar- en sus calles airadas desde el pasado domingo. Eso sí: si los manifestantes son de Putin, como los 15.000 que celebraron ayer, en la plaza del Manezhe, su victoria por segunda vez, la policía no hace nada. Si la manifestación, en cambio, es una protesta, como la de San Petersburgo, la policía la disuelve. Así están las cosas hoy en Rusia, mientras a la comunidad internacional no le queda más remedio –y más interés-, que mirar hacia otro lado, entre otras cosas, porque bastantes complicaciones hay ya con Siria y con Irán como para pensar en intervenir, de la manera que sea, con la diplomacia que sea, en la parrilla ardiente de esta pobre Rusia.

La oposición, mientras, exige la libertad de los presos políticos como el exoligarca petrolero, y antiguo líder opositor, Mijaíl Jodorkovski, al que le queda cárcel para rato. ¿Y los observadores de la OSCE? Según ellos, Putin disfrutó de una “clara superioridad sobre sus competidores” en todos los medios de comunicación, disponiendo de los recursos del Estado”, creando las consiguientes “condiciones extraordinariamente duras para el registro de los candidatos”. En un tercio de los colegios electorales el recuento de votos fue “malo o muy malo”: pucherazo, o sea. Pero qué más pueden decir: si declaran ilegales estas elecciones, el polvorín social puede estallar.

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