Últimamente se oye mucho la expresión “donde no hay matas no hay patatas”.
Pues bien, a las Matas las están paseando por los juzgados, incluso en compañía real, en busca de la patata.
Patata caliente rellena de corruptelas, desvíos de dineros, facturas y gratinadas con fundaciones.
Pero como nosotros los pobres de a pie carecemos de todos estos condimentos, sólo los pagamos, vamos a hacer un plato de patata rellena que se pueda comer sin atragantarse ni desesperarse.
Estos son los ingredientes necesarios para nuestra receta:
– 8 patatas
– 1 brick pequeño de nata líquida
– 2 puerros.
– pimienta.
– 300 grs. de queso. Si tenemos queso en casa, lo rallamos, si no lo compramos. Ahora ya nadie regala nada todo se vende incluso las personas, como mucho el banco europeo regala nuestro dinero a los bancos
– 40 grs. de mantequilla;
– 1 cebolla, no permitidas las rimas,
– 1 cucharada de aceite de oliva.
– 2 huevos y sal.
Lavamos bien los tubérculos y sin pelar los vamos a meter en el horno, que ya lo tenemos caliente a unos 220 grados, un poco menos caliente que los estudiantes valencianos y catalanes.
También se pueden cocer; y como dentro de poco, con esta crisis, nos vamos a tener que echar al monte y para ir acostumbrándonos, podemos hacer una hoguera con los recibos devueltos de la hipoteca, los extractos de cuenta, los papeles de la propaganda, los folletos de viajes y de empresas de recobros, añadiremos la leña que da la policía en Valencia y la leña que echan al fuego de la economía los políticos.
Y en esta hoguera coceremos las patatas, y nuestras ganas de vivir la vida.
Si tenemos un buen seguro de la casa dejamos consumir el incendio hasta que reduzcamos la casa a cenizas. No preocuparse, que luego con salir a la calle a protestar y hacer ejercicio al ser disueltos, ya entraremos en calor.
¡No quemar las tarjetas de crédito que el plástico da mal sabor!
Una vez cocidas o asadas y frías, las partimos por la mitad y con una cucharilla vamos a hacer un cuenco con ellas, vaciándolas delicadamente tal y como hace el estado con nuestras nóminas y los ayuntamientos con sus arcas.
Los residuos del vaciado, los apartamos y los guardamos, no los largamos al basurero ya que con ello fomentamos el enriquecimiento de algunos políticos.
Cogemos los puerros, y les cortamos la coleta verde como hacen los toreros que quieren ganar dinero con su vuelta a los ruedos, lavamos y picamos lo blanco.
Misma operación con la cebolla; ésta no tiene coleta, tiene abrigo, así que le quitamos un par de capas, tal y como han intentando hacer con la deuda.
Y ahora, y por este orden, algo muy necesario para todo y que deberían de saber nuestros jefes económicos y aplicarlo, el orden, digo, cogemos una sartén y diluimos la mantequilla; no quedarse ensimismados viendo cómo se licúa a la vez que reflexionamos que la vida es un diluir de esperanzas y que las generaciones venideras pagarán más aún los desmanes de hoy.
Despertamos de la reflexión antes de que se queme la mantequilla, añadimos el aceite, y salteamos los puerros y la cebolla.
Una vez rehogados añadimos la nata, los restos de la patata, y el queso; removemos, como los asientos de los políticos tras unas elecciones, hasta que nos quede un puré; salamos, salpimentamos, y hacemos la prueba del dedo meñique, que consiste en introducirlo en la salsa y probar. Se emite un chasquido repetidas veces mientras se saborea y se decide qué es lo que le falta y luego un “¡¡¡ uuuhhhmmmm qué bueno soy!!!” cuando se ha conseguido el punto.
Ahora un poquito de ejercicio físico.
Separamos la yema de las claras no tomando de ejemplo la separación del poder político del judicial, montamos las claras a punto de nieve, única nieve que vamos a ver este año, batimos los huevos con un poquito de sal, y los añadimos a nuestro puré.
Ponemos las cuenco-patatas en nuestro queridísimo pyrex, las rellenamos con nuestra maravillosa crema de puerro y queso y vertemos por encima lo que nos sobre. Espolvoreamos queso y si queremos que se haga una costrita crujiente, volvemos a nuestra etapa reflexiva ante la sartén, la mantequilla y nuestros pensamientos, y una vez diluida la mantequilla, con una brocha pintamos nuestro plato.
Metemos al horno y gratinamos hasta que se dore la parte superior.
¡Buen provecho!
Patricio Sesma Granell es director del restaurante Bokado de Madrid
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