El baile de cifras tiene su enjundia y todo ha sido milimetrado. La quita ha sido aceptada «voluntariamente» por un 84,8% de la deuda total, pero el gobierno griego tiene la potestad de apelar a las denominadas cláusulas de acción colectiva para obligar a los bonistas residentes en Grecia a aceptar la quita. Y eso es lo que ha hecho.

La diferencia entre una cifra y otra no es nimia. A pesar de que Grecia pedía que dos terceras partes de la deuda se adhirieran al plan de restructuración, lo cierto es que obligando a una tercera parte de la deuda a aceptar la quita la ISDA (International Swaps and Derivatives Association) decretaría el default, lo que no va a ocurrir ahora porque la aceptación voluntaria ha sido muy superior al 66,7% y los «obligados» a aceptar la quita son menos del 10% del total de la deuda.

La cifra resulta suficiente para que el plan de canje salga adelante. De esta forma, Atenas podrá recibir el segundo rescate de 130.000 millones de euros.

Los acreedores poseen un total de 206.000 millones en deuda helena. De la cifra total, 177.400 millones se encuentran bajo soberanía griega y, de estos, alrededor de 143.000 millones han confirmado su participación voluntaria.

Los principales bancos y fondos de pensiones han apoyado la oferta. Están dispuestos a aceptar pérdidas de hasta un 74% en el valor de sus inversiones como parte de un acuerdo dirigido a recortar en 107.000 millones la deuda de Grecia a fin de reducirla hasta niveles sostenibles.