Esta crónica bien podría titularse el Ibex es un desastre pero como eso no suena a novedoso para quienes me siguen con habitualidad, dejaremos que el desastre se limite a lo sucedido en el día en tan desastroso índice. Baja con fuerza como sólo lo hacen los índices de Grecia y de Portugal en un día que tampoco fue para que los demás tiraran cohetes peroi que resolvieron la papeleta con dignidad.

¿Qué pasa con el selectivo español? Acabaríamos antes explicando que es lo que no pasa, pero haremos un esfuerzo por enunciar someramente cómo se ve la situación desde fuera.

Tenemos un gobierno recién aterrizado cuyo primera gran logro ha sido poner sobre la mesa la desviación del déficit por parte del anterior ejecutivo y lo ha llevado a unas cifra que han despertado el resquemor de Bruselas.

En un alarde de no se sabe muy bien qué, el presidente del Gobierno se niega a elaborar unos presupuestos que contengan un déficit en línea con el plan aprobado por la Unión Europea y subraya que eso supondrá estrangular la economía española.

El mismo Gobierno está a las puertas de una huelga general como consecuencia de la contestación sindical a una reforma laboral que gusta a los inversores más que las anteriores pero tampoco es la panacea que el propio ejecutivo espera.

Para colmo, el fin de la tensión con Grecia ha puesto todas las miradas en Portugal dónde nuestro sistema financiero sí puede tener problemas, tanto por presencia como por volumen de deuda en su poder. En el mercado se habla ya de quitas de entre el 30 y el 50% para la deuda griega si no se produce una sorprendente mejora de la situación.

Y claro, si los bancos sufren, el Ibex sufre. Debería llamarse BancIbex porque sin los bancos no hay forma de hacerlo subir. Pues bien, los bancos sufrieron hoy y el selectivo español entraba en zonas de mucho peligro, pero que mucho.

¿Y el resto de Europa? Pues tampoco es que tuviera una sesión de flipar en colores, sino que fue más bien gris y por momentos gris marengo, pero no se piensen que por las mismas causas que el Ibex. Por ahí fuera se dedican a mirar para otros sitios en busca de respuestas.

En Europa preocupa mucho el aparente enfriamiento de la economía china, lo que hace descender su demanda de materias primas y esta pesa bastante en la Bolsa de Londres. En París, en cambio, el personal está un poco desconcertado con la deriva que ha tomado la campaña electoral del presidente Sarkozy.

Pero ni una cosa ni otra son capaces de hacer entrar en rojo a los grandes índices continentales. A pesar de que desde España todo parezca de color rojo, lo cierto es que no fue así. Al cierre, el Dax subió un 0,31%, el CAC un 0,07%, el FTSE un 0,09% y el Ibex se dejaba nada más y nada menos que un 1,24%. Un desastre sin paliativos