Ahora resulta que el techo del déficit del 5,8 del PIB que anunció el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para 2012 va a ser 5 décimas inferior, lo que obliga a un recorte suplementario de 5.000 millones de euros. Aunque Rajoy sacó pecho en la última cumbre de Bruselas del 1 y 2 del corriente, la «decisión soberana» de España ha claudicado ante la imposición del eurogrupo.

El problema de las cinco décimas es contable y es político. El Gobierno remitió al Congreso, que es donde reside la soberanía nacional, un techo de gasto de 118.000 millones de euros, con un déficit para el conjunto de las administraciones del 5,8, a razón de 4 puntos del PIB para el Gobierno central, 1,5 para las autonomías y 0,3 para los ayuntamientos. Si ahora Bruselas rebaja el techo, aunque sea medio punto, el Ejecutivo tendrá que aclarar quién se lleva el golpe en la cabeza.

Por otra parte, al no modificar el cuadro que aprobó en Consejo de Ministros antes de someterlo al debate parlamentarios este martes, Rajoy y Cristóbal Montoro se han quedado sin el apoyo del PSOE, que aceptó inicialmente la propuesta de déficit, y han propiciado una situación absurda que se resume en que sus señorías aprueban unas cuentas ficticias y hacen el ridículo.

Pero aun siendo la rebaja de Bruselas un nuevo agujero en el cinturón del gasto público español, el ajuste y la caída de ingresos fiscales augura una nueva reducción de los salarios de los funcionarios, el despido por las razones presupuestarias previstas en la reforma laboral del personal fijo que no sea funcionario de ayuntamientos y autonomías, con el consiguiente deterioro de sanidad, la educación, la seguridad, etcétera; los recortes en la cobertura del desempleo y, en fin, como dice Joan Coscubiela, que ahora es diputado por Barcelona, la llegada desde el territorio de la exclusión al corazón de las tinieblas.