El último día de marzo, sábado 31, marca la hora de la verdad. Todas las entidades deberán haber entregado al Banco de España los planes para cumplir con las exigencias de provisiones adicionales sobre activos inmobiliarios fijadas en la reforma financiera diseñada por el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos. Las fusiones, que deben estar realizadas antes del 31 de diciembre (aprobadas por asambleas o juntas generales antes del 30 de septiembre), tienen algo más de tiempo, hasta el 31 de mayo. A falta de tres días, la reforma de De Guindos ha propiciado seis operaciones de concentración: la más espectacular, porque supone colocar a una caja al frente de la banca en España, es la absorción de Banca Cívica por CaixaBank, sin ayudas públicas; BBVA se adjudicó Unnim; el Popular se hizo con el Pastor, también sin ayudas públicas; Unicaja, finalmente, absorbió Caja España Duero (el viernes los consejos de administración de las dos entidades aprobarán la modificación del contrato de integración tras recibir 850 millones de euros del Frob, a añadir a los 525 millones que ya recibió la caja castellanoleonesa, y opción a nuevas ayudas); e Ibercaja integró Caja 3, sin ayudas públicas. Todas las entidades absorbidas tenían muy difícil cumplir con las condiciones de la reforma financiera, por lo que el Banco de España y el Gobierno se han quitado de encima seis quebraderos de cabeza.
Pero todavía quedan algunos sin resolver. El propio De Guindos enviaba un mensaje claro a las entidades al ordenar acelerar “muchísimo” las subastas del Banco de Valencia y de CatalunyaCaixa. «Es importante acortar los plazos de aquellas entidades financieras que han tenido más dificultades«, argumenta el ministro de Economía, para acelerar el saneamiento de la banca e incentivar los procesos de consolidación.
La gran incógnita de la reforma financiera es Bankia, que hasta la operación de CaixaBank con Banca Cívica, era el grupo financiero más grande en el mercado nacional (sin contar con la actividad internacional, porque entonces el Santander es claramente el líder del sector). Precisamente, la operación de ‘la Caixa’ aleja a CaixaBank de una integración mastodóntica y de problemática digestión y gestión con Bankia. El presidente del Banco Financiero y de Ahorros, Rodrigo Rato, tiene problemas internos, como el conflicto con Bancaja; no terminan de salir las cuentas: en la presentación de resultados de 2011 llegó a sugerir que puede haber pérdidas este año, y el consejo de BFA aprobó no distribuir dividendo a sus siete cajas accionistas con cargo a los resultados de 2011; y las ayudas públicas dificultan, aunque legalmente no lo impiden, que se haga cargo de una entidad en crisis, como CatalunyaCaixa, y tener dos años, en vez de uno, para cumplir con las exigencias de la reforma financiera.
El otro gran quebradero de cabeza es NovaGalicia Banco, cuyo presidente, José María Castellano, sigue empeñado en que logrará antes de septiembre inversores privados que supongan el 20% del capital (ahora apenas representan el 3%), lo que reduciría la ratio de capital principal del 10% al 8%. Su intención es que fondos de inversión y otros grupos, fundamentalmente norteamericanos, lleguen al 40%, manteniéndose el Frob como accionista mayoritario hasta 2014. Si sus planes no cuajan, la subasta y su adjudicación a uno de los grandes grupos será inevitable.
En otro nivel se sitúan BMN, que sigue apostando a la carta de quedarse con el Banco de Valencia, y Liberbank, ahora la fusión de cajas más pequeña, que todavía anda pendiente de la adquisición de Banco Caixa Geral (apenas le aporta dimensión, pero le puede dar más tiempo para cumplir con la reforma financiera). Parecen candidatos a protagonizar nuevas integraciones, incluso entre ellos.
Bankinter confía en la independencia
Otra incógnita es Bankinter, el único de los bancos de cierta dimensión que sigue sin participar en el proceso de fusiones. La otra rama de los Botín garantiza la independencia del banco, pero los problemas de Crédit Agricole, segundo mayor accionista y que no está en el consejo ni participa en la gestión, pueden complicar la permanencia de un modelo cada vez más apoyado en los seguros y en la gestión de patrimonios, y menos en el negocio bancario clásico.
Unicaja y, sobre todo, Sabadell y Popular son vistos como candidatos a nuevas operaciones. KutxaBank ya ha reconocido que comenzará a mover sus piezas en el tramo final del año, una vez integradas las tres cajas vascas, pero la situación puede obligar a simultanear una adquisición con esta labor. Estos movimientos del segundo escalón del sector van a estar muy condicionados por el resultado de las subastas de Banco de Valencia y, sobre todo, CatalunyaCaixa. Si ésta cae en manos del Santander, el podio de la banca en España volverá a sufrir un terremoto y obligará a nuevas integraciones.
El presidente de la AEB matiza sus críticas
Aunque mantiene su queja sobre que la reestructuración de la banca está “inacabada y sin rumbo definido”, el presidente de la AEB precisa que el proceso, iniciado en 2009 con la creación del Frob, “ha tenido hasta tiempos recientes criterios y orientaciones cambiantes y diversos”. Añade que “el nuevo Gobierno se ha enfrentado con esta situación y ha aprobado el pasado febrero un decreto de reestructuración del sector financiero que marca el rumbo de su saneamiento en unos plazos determinados”. Y que “el objetivo de este proceso es crear entidades sólidas y rentables, que es compartido por la AEB”.
La reforma financiera de De Guindos también ha recibido el apoyo de la Comisión Europea, que la ha definido como «un paso importante hacia la estabilidad de ese sector» en España. Esa reforma «aceleró el saneamiento de los balances bancarios» y «logró enfrentar de forma eficaz los desafíos provocados por la exposición de los bancos al sector inmobiliario mediante el incremento de las exigencias de capital y provisiones«, señaló el portavoz comunitario, Amadeu Altafaj, que desmintió que exista preocupación en Bruselas sobre la situación real de la banca española.
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