Por fin acabó la campaña

26/11/2010

Josep M. Orta. Barcelona. Por fin acabó una campaña que no ha interesado a una gran mayoría de los ciudadanos. Ha sido una campaña clásica, o sea mucho ruido y pocas nueces.

Los políticos, gente teóricamente seria y formada, han realizado una carrera para ver quien la decía más gorda, esto sí, con unas gotas de erotismo… sin embargo parece que los catalanes, para espectáculo, prefieren el circo.

Como el pescado ya parecía vendido desde hace meses, la indiferencia ha sido la tónica general. Los militantes les tenían que llevar casi tirados de la oreja para que llenaran los pequeños recintos donde se celebraban los mítines (quitando los actos finales en Barcelona). Los socialistas –aparte de hacer las maletas- han hecho una campaña zigzagueante donde un día daban palos a los catalanistas y otro día se enfrentaban a los españolistas. El PP ha sido más claro: una campaña xenófoba respecto a los inmigrantes y una acérrima defensa del castellano y de la unidad de España. El tema del recorte del Estatut por el Tribunal Constitucional apenas si ha salido.

Han venido los políticos de Madrid y, en plan provinciano, han repetido en Catalunya a repetir los ataques que se hacen en el Congreso. A esto se llama apoyar al candidato de turno.

Ha sido una campaña tan clásica y anodina, en la que no se ha hablado de lo que se tenía que hablar y se ha reproducido el guirigay que con frecuencia se produce en el Congreso de los Diputados que la mayoría de la población ha interpretado que estas peleas barriobajeras no iban con ellos. Si se leían los medios de comunicación parecía que Catalunya estuviera al borde de un gran conflicto social… y en cambio la tranquilidad en la calle es absoluta y la ciudadanía soporta lo mejor que puede la crisis. Es una prueba más del gran divorcio existente entre la clase política y la sociedad. Después se extrañan los políticos que se hable del desinterés hacia la actividad política, pero es que dan un ejemplo…

Quizás sería hora que los técnicos de cada partido se estrujaran un poco los sesos y plantearan otra forma de hacer campañas. Actualmente se gastan un dineral inútilmente. Por ejemplo el mailing que envían todos los partidos llena papeleras sin siquiera abrirse, los planteamientos de los discursos se basan más en el “dales caña” que en hacer propuestas, lanzar ideas…. La campaña del miedo a que gobierne el otro es dominante en la mayoría de discursos ante la falta de imaginación de los candidatos para crear ilusión.

Es evidente que la ley electoral (que impide debates e impone a los medios públicos espacios propagandísticos de la actividad política) está obsoleta. Otras leyes también necesitarían pasar su propia ITV (quizás alguien, algún día, se pueda preguntar por qué sirve el Senado, por ejemplo), sin embargo no parece interesar demasiado a nadie variar la situación actual..

Por todo ello muchos catalanes son indiferentes ante la clase política a la que ven incapaz de resolver sus problemas y están apasionados por un Barça-Madrid que, según el resultado, les puede dar un disgusto pero que nadie espera que le saque las castañas del fuego.

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