Tenía, desde hace días, la intención de tratar aquí el informe del FMI en el que alerta a los Gobiernos sobre el riesgo financiero que supone el que ahora vivamos demasiado. Sé que es un poco reduccionista decirlo así, pero no deja de tener su aquel que la longevidad, siempre considerada un éxito de la humanidad y un logro de la ciencia, sea calificada de “riesgo” y además “riesgo financiero” por la poderosa institución internacional.
Me miro y me parece que, con un poco de suerte, voy a vivir largos años (Dios me oiga) y me convertiré en un riesgo financiero. Sólo me queda una: que me maten ya. Lejos de mí ser un riesgo para nadie.
Así que el FMI, tras descubrir que lo que pasa es que vivimos demasiado propone una serie de recetas que, cuando menos resultan curiosas. Lo malo es que no es sólo el FMI. Altas instituciones españolas también se adentran en ese proceloso mar de la vejez cada vez que se topan con algún problema financiero y/o económico.
La solución de estos altos organismo –da igual que sea el FMI o el Banco de España) está siempre en rebajar salarios, rebajar prestaciones sociales o rebajar cuantía o aumentar requisitos para las pensiones. Lo dicen instituciones y gentes que aparecen en las televisiones bien vestidos, lustrosas y orondas, ya mayorcitos por cierto (también han vivido demasiado) y con unos sueldos y pensiones con los que se podrían pagar cientos o miles de pensiones rasas.
Por poner un ejemplo (y viva la demagogia): Christine Lagarde, presidenta del FMI, gana 381.092 euros al año (más de 60 millones de las antiguas pesetas) y se le añaden los gastos de viaje incluido el cónyuge. No sé cuanto cobrará de pensión, pero sospecho que no será la máxima que cobra un trabajador.
Conocemos otros casos de prohombres y promujeres que hablan muy sueltos sobre reducir pensiones o aumentar condiciones para cobrarlas. Y ellos se adjudican una pensión vitalicia que les daría para varias vidas no sólo sin problemas, sino con lujo asiático.
Vamos a ver: no es que yo niegue que haya que tener una cierta generosidad con cargos públicos de gran responsabilidad. Lo que sí les pido es que antes de hablar alegremente de abaratar despidos, reducir pensiones o hablar del riesgo financiero que supone la longevidad, piense un poquito si no resulta obsceno que ganen unos sueldos que podrían mantener a varias y numerosas familias.
¿Podrían vivir todos los que hablan como si tuvieran conocimiento de estas cosas con la pensión media de España? ¿Se imaginan viviendo ellos y sus familias con 1.000 o 1.500 euros mensuales?
Tal vez tendrían que buscar en su corazón, antes de hablar de riesgos, algo que nació con ellos: que forman parte de la misma raza que nos une a todos: la humanidad.
Gil de Biedma escribió No volveré a ser joven. Maravilloso poema para los que ya no lo somos.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
No nos resignemos ante los despropósitos diarios.
Gracias, Rodolfo.
Y que no se les caiga la cara de vergüenza…..es increible todo lo que está pasando