Cazar para comer

17/04/2012

Aguinaga y Romero.

He tardado en escribir estas reflexiones más o menos el mismo tiempo que la Reina en visitar a su eximio esposo con la gamba metida y rota.

Y conste que yo si estoy preocupado por la salud del Rey, porque siempre he sido, y sigo siéndolo, defensor de las instituciones y sus ventajas, sobre todo cuando uno puede hacer uso de ellas en beneficio de los demás y por ende en el suyo propio.

Y también me preocupa la forma de proceder de un pueblo que no sabe comprender los sacrificios de los servidores públicos. Porque, veamos ¿alguien puede creerse que un hombre, que ya debería estar jubilado por su edad, quiera abandonar su confortable palacio para ir a un proceloso lugar africano perdido entre la jungla y el desierto lleno de peligros cuya descripción incluso a mi pluma escapan? Esto no se hace porque sí. Se hace porque el deber le llama.

Deben ser tales las apreturas económicas en las que la crisis ha sumido a su hogar que ha decidido armarse del mismo valor que llevo al Cid a Valencia y a las Navas de Tolosa a don Alfonso VIII y pertrechado de sus mejores armas ha salido a la caza de alimento. Cierto es que para tan abultada prole y los allegados y la allegada un rebeco, un gamo o una vulgar fiera corrupia  no son suficientes como en tiempos pasados. Ni siquiera un oso ruso y borrachuzo es bastante provisión. Hacía falta algo mejor, más grande, algo así como un elefante. Porque ya puestos a correr riesgos, que estos merezcan la pena. Y eso que la mitad de la familia ya no come en casa por diferentes motivos que todo el mundo conoce.

Hay que agradecerle al travieso Froilán su intento de solventar el problema alimenticio incrementado por la espantosa baja de sueldo del dos por ciento que han sufrido en casa del abuelo. Pero el muchacho no tiene la misma experiencia en cazar que su antepasado que lleva toda la vida entrenando por si llegaba el fatídico momento en el que estamos.

En fin, ya saben mi pasión por hacer de la administración un ejemplo de buen funcionamiento. Presumo de conocer bien a los funcionarios de despacho y gestión, esos que no son médicos, ni policías, ni de los que trabajan porque se les ve. Me refiero a los de las gafas con un cordoncito expertos en fotocopias particulares y crucigramas de periódico. Los del cafelito eterno y la llamada telefónica a todos los familiares.

El Rey nuestro señor hasta ahora era el espejo en el que mirarse. Estuvo de interino hasta que aprobó la oposición la noche del 23-F. Una plaza para Rey, un solo opositor sin oposición, y aprobado con nota. Y desde entonces ¿el Rey por favor?  Ahora no puede ponerse, está tomando un café. Lo que pasa es que un Rey no toma café en el bar del ministerio. Va a exóticos destinos.

Pero ahora han llegado los tiempos de desvivirse por los ciudadanos, de la solidaridad en la familia, ese reducto del que todos echamos mano cuando las crisis aprietan. Y el Rey se ha visto obligado a cazar para comer. Todo un ejemplo.

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3 pensamientos en “Cazar para comer

  1. ¿Qué tiene Botsuana, que nadie sabe dónde coño está, que no tenga Rusia? Yo, que soy de ascendencia bolchevique, viví en primera persona el dolor de que un Rey de fuera viniera a mi país a cazar osos chuzos. Y entonces no pasó nada. No hubo cadera rota ni foto. Nosotros hace años lo que cazamos fue al Zar, y ahora tenemos una república en la que el Concejal seguro que se sentiría la mar de agusto.
    Su Majestad ahora pide perdón y dice que no volverá a ocurrir. Cuando en realidad lo que quiere decir es que si sale o no de caza, el día o por la noche, no os volveréis a enterar. Pide disculpas y dice que se ha equivocado pero no explica por qué ni de qué. No entiendo a los españoles. Yo creo que lo que aspiráis es a pedirle a vuestro Rey la rectitud moral y ética que no tienen vuestros políticos.

  2. Volcado en mis actividades universitaras en tanto que aún tengamos centros de enseñanza superior y foros de sapiencia, no he estado muy informado de los últimos aconteceres. Sin embargo, en el fondo me confieso frívolo, no he podido por menos que enterarme de la aventura de Su Majestad. Aventura y desventura, cabría decir. Y aunque Korsakov es un trasnochado como demuestra con su discurso, he de subrayar que no le falta ningún ápice de razón. Servir a la patria como jefe de estado no es escaquearse de caza para demostrar a la reina de su ropa de cama lo macho que es. Incluso percibo en algunos medios que nos quieren vender que fue a cerrar negocios beneficiosos para el país. Quizá lo que falla es el concepto de «país». ¿Qué país? ¿El de todos o el de su bolsillo? En definitiva… de estos sucesos prefiero prescindir aunque no puedo. Para caballeros de andanzas e hidalgos prefiero el Quijote. Me río más y, sin sufrir.

  3. ¡Qué pena de país y de instituciónes! Pero cómo es que nadie pide el advenimiento de la República y la abdicación de esta familia de orígenes gabachos! Si, la caza, la mangancia moneratia y pecuniaria y los amorios de pelo y pluma extraoficiales están en sus genes! Y Rajoy sin enterarse de nada de nada, mientras recorta y recorta! Pués que tenga cuidado que en Francia, que siempre son unos adelantados, vuelve la izquierda con los radicales! Si la verdad es que nos la pela dónde este o lo que haga el Rey, lo único que pedimos es que no le cueste ni un euro a nuestro derpimido erario público, que si no al Guindos (despdido tras joder vivo al Los Hermanos Limones en Euroapa) y al mmurcielago de Montoro les da un ictus y ya empezamos con las bajas por enfermedad y a seguir mintiendo y a seguir incumpliendo promesas.

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