La defensa de las diez enmiendas a la totalidad del presupuesto ocupó el debate parlamentario de la semana. El PP las rechazó todas, lógicamente, y lamentó que CiU se sumara a la manifestación. El socialista Alfredo Rubalcaba se explayó en la línea del “quieren acabar con todo” (lo público, se entiende), y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, hizo lo propio en sentido contrario: “No han dejado nada”. Bueno, ni tanto ni tan calvo, que diría el castizo.

Los recortes no gustan a nadie, pero son necesarios para reducir el déficit público e impedir que la recaudación se vaya por el agujero de los intereses de la deuda. La tiroides de la prima de riesgo coloca esos intereses cuatro puntos por encima de la deuda alemana. Esto ya lo saben hasta los niños. El Estado tiene que refinanciar deuda por valor de 260.000 millones este año. Si los mercados confían en la solvencia de la economía española, pueden prestar el dinero de los ahorradores a un precio razonable, pero si el déficit sigue engullendo los recursos de un modo creciente, la confianza se pierde. Esto también lo saben los escolares.

En los tres últimos ejercicios (2009, 2010 y 2011) el Estado gastó 315.000 millones más de lo que recaudó, y esa deriva para paliar los efectos de la crisis con planes E de Salgado y Chaves y con más recursos para el creciente desempleo no la toleran los mercados ni el BCE ni la pareja “Merkosy”. La reducción podía ser más “flexible”, menos drástica, como señaló Rubalcaba. Pero a la vista está que Bruselas le ha tirado de las orejas a Rajoy y vale recordar que para bajarle los humos ha colocado el 5,3 donde él había puesto el 5,8 de déficit este año.

La subida del IRPF y los recortes en gasto social, singularmente en Educación y Sanidad, así como una reforma laboral decretada a la medida de los empresarios para que puedan ajustar las plantillas a la producción real y ganar competitividad a costa de los salarios, no está sirviendo para contener el desempleo, sino, por el contrario, para acentuar la recesión. ¿Qué hacer? Según Montoro, resistir hasta lograr convertir el círculo vicioso en un círculo virtuoso. El Gobierno confía en que el segundo y el tercer trimestre del año sean buenos para el empleo.

Y aunque el déficit se haya situado en el 1,8 en el primer trimestre del año, lo que nos coloca en el 7,2 matemáticamente, eso se debe a la inyección de 30.000 millones a las autonomías y ayuntamientos para que paguen a los proveedores, lo cual también genera confianza y empleo. Si el Gobierno ahorra en Educación, obligando a las autonomías a subir el precio de las matrículas universitarias para que los estudiantes paguen el 20% del coste de la plaza, es evidente que muchas familias tendrán que optar entre el abono del fútbol y el pago de los estudios.

Si se obliga a trabajar más a menos profesores y con menos salario, las autonomías conseguirán grandes ahorros. Si se optimiza la gestión de la Sanidad, separando la medicina de otros servicios añadidos como la hostelería hospitalaria, el transporte, etcétera y se cobra entre 100 y 600 euros anuales por los consumidores de fármacos, y endosa a la UE los mil millones de euros de los “turistas sanitarios” europeos, sobre todo, ingleses, que vienen a recibir aquí las prótesis de cadera y otros tratamientos costosos que pagamos los españoles con nuestros impuestos, tal vez el Gobierno no tenga que subir el IVA ni otros impuestos. En todo caso, pagaremos más por menos, y aunque hayamos entrado en recesión, debemos ser optimistas.

Un apunte de pasillos: el Gobierno asegura que ha propuesto hasta tres nombres para la presidencia de la Corporación RTVE y que Rubalcaba no ha contestado. La portavoz socialista, Soraya Rodríguez, sostiene que sólo les propusieron uno. Así las cosas, el  PP considera “urgentísimo” controlar TVE porque está dando una imagen muy negativa de las reformas y los ajustes del Gobierno, y eso también influye en los inversores, que nos ven como un país revoltoso e ineficiente. ¡Hombre, pues no!