Arroz con almejas

04/05/2012

Patricio Sesma Granell, restaurador. Me voy a dar un descanso, Ya esta bien de estar todo el día pensando en la economía, en el déficit, en que el político ahorra en educación y le quita el dinero al pueblo, en que los autonómicos ahorran en sanidad pidiendo un euro a los ancianos, en fin que estoy hasta el gorro

Por lo tanto paso, paso de la política, y más aún de los políticos, lo único que me preocupa es saber si soy capaz de trabajar mas para conseguir crear un nuevo puesto de trabajo, y en mis ratos libres, ya no pienso en política, ni en economía, ni en nada que se le parezca.

Creo que este deporte de no pensar en la actualidad político-económica, debería de ser de obligado cumplimiento.

En esto estaba, cuando para disfrutar de mi nuevo tiempo libre fui con unos amigos a recorrer la exposición sobre Leornado Da Vinci que hay en Madrid.

Al final de la exposición, hay una copia del cuadro la ultima cena, y tras observar los alimentos que hay en el cuadro, la crisis de  entonces debía de ser peor que la de ahora, me acordé de que Leonardo también participo en el desarrollo de la gastronomía

Leonardo trabajó como jefe de cocina en la taberna Los Tres Caracoles en Florencia donde fracasó a muy temprana edad. Tampoco tuvo éxito cuando regentó, de nuevo en Florencia, otra taberna con su socio Sandro Botticelli y tampoco triunfaron sus renovadoras teorías cuando consiguió su cargo de maestro de festejos y banquetes en el palacio de los Sforza. Tendríamos que aplicar aquí eso de que Zapatero a tus zapatos, sin ninguna doble intención política.

Leonardo da Vinci fue protegido de Ludovico Sforza, El Moro, gobernador de Milán.
Las leyendas urbanas dicen que escribió unos cuadernos, entre 1481 y 1500, que han sido reunidos en el Codex Romanoff, otra leyenda urbana, sobre cocina y utensilios de cocina, así como sobre el servicio de mesa.
El tal  Ludovico, tenia por curiosa costumbre atar conejos adornados con cintas a las sillas de los convidados a su mesa, y usarlos para limpiarse las grasientas manos, por haber comido con ellas, sobre los lomos de los animalitos. Ya para entonces los políticos hacían cualquier cosa.
Pero nuestro amigo Ludovico era pelín cochino y también limpiaba su cuchillo en los faldones de sus vecinos de mesa, y supongo que a la quinta jarra de vino la limpieza se transformaría en carnicería.
Leonardo flipaba en colores con estas costumbres y como era muy dado a preguntase cosas, y a resolverlas, le vino esta pregunta, ¿por qué no puede, como las demás personas de su corte, limpiarse las manos y el cuchillo en un mantel  dispuesto con este propósito?

Pero al ver en que estado dejaban los comensales los manteles y el desorden que reinaba en ellos tras una comida, decidió que había que dar un paño a cada comensal antes de la comida, para que limpiasen en el, el cuchillo y manos. Así, no utilizarían el mantel para limpiarse.
En la primera ocasión, el uso de este nuevo elemento en la mesa, fue un verdadero fracaso, y Leonardo no volvió a mencionar expresamente su propuesta de la servilleta.
Nos cuenta Pietro Alemanni, embajador florentino en Milán, lo que ocurrió en la presentación social de la servilleta en casa de Ludovico:

“Como sus señorías me han solicitado que les ofrezca mas detalles de la carrera del maestro Leonardo en la corte del señor Ludovico, así lo hago. Últimamente ha descuidado sus esculturas y geometría y se ha dedicado a los problemas del mantel del señor Ludovico, cuya suciedad le aflige grandemente. Y en la víspera de hoy presentó en la mesa su solución a ello, que consistía en un paño individual dispuesto sobre la mesa frente a cada invitado destinado a ser manchado, en sustitución del mantel. Pero con gran inquietud del maestro Leonardo, nadie sabía como utilizarlo o que hacer con él. Algunos se dispusieron a sentarse sobre él. Otros se sirvieron de él para sonarse las narices. Otros se lo arrojaban como un juego. Otros aun envolvían en él las viandas que ocultaban en sus bolsillos y faltriqueras. Y cuando hubo acabado la comida, y el mantel principal quedo ensuciado como en ocasiones anteriores, el maestro Leonardo me confío su desesperanza de que su invención lograra establecerse”.
Así que el nacimiento de la servilleta tuvo lugar un día del mes de Julio de 1491.
Y para chuparse los dedos, quiero decir para limpiarse los dedos en una servilleta vamos a preparar una receta sencilla y sabrosa.

INGREDIENTES

Arroz

Almejas

Calamar limpio

De estos tres ingredientes pondremos 100 gramos de cada por comensal

Perejil

Ajo

Aceite

Sal

Caldo de pescado, no hace falta hacerlo, los que vienen en envases pasteurizados son excelentes para este plato.

PREPARACION

En la misma paellera o útil de cocina donde vayamos a hacer el arroz, ponemos un diente de ajo picado por comensal, un gran manojo de perejil bien picado,  los calamares troceados en tiras o aros y un buen chorro de aceite que tape el fondo de la cazuela, todo ello a fuego medio.

Una vez que empiece a sofreírse, y a los 5 minutos desde añadimos las almejas y tapamos.

A los 15 minutos añadimos el caldo en una proporción de 2 unidades de caldo por 1 de arroz, rectificamos de sal.

Si es arroz bomba de calasparra la proporción es 4,5 a 1.

Dejamos hervir 5 minutos y añadimos el arroz. Siempre a fuego medio.

A los 20 minutos de haber echado el arroz, retiramos y tapamos.

Aunque la verdad es que para el punto de cocción del arroz cada maestrillo tiene su librillo.

Una vez hecho, se pone en la mesa con una servilleta por comensal.

¡¡¡BUEN PROVECHO!!!

Patricio Sesma Granell es Director del Restaurante Bokado de Madrid

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3 pensamientos en “Arroz con almejas

  1. Lo probaré no tardando !! Mi mas sincera enhorabuena por este espacio en el cuál nos introduces en el arte culinario.
    Ya te informaré de como me salió y si triunfé con este plato, jajajaja !!
    Saludos.

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