La crisis de Bankia va a tener impacto, más o menos relevante, en las empresas participadas por esta entidad y en las que cuelgan del Banco Financiero y de Ahorro (BFA), pese a que la gravedad de la situación del grupo  hace que se delegue a un lugar muy secundario otras repercusiones de los movimientos financieros. Pero la necesidad de sanearse y de lograr liquidez para pagar las obligaciones que Bankia asumirá influirá tanto en sus participadas cotizadas como en las que no están presentes en Bolsa. En el primer colectivo están, entre otras, Iberdrola, Mapfre, IAG (formada por Iberia y Bristish Airways), NH y Realia.

Pero un caso especial es el de Indra, de la que la caja madrileña cuenta con el 20% del capital. La compañía que preside Javier Monzón es una de las «estrellas» tecnológicas españolas en un panorama en el que no se prodigan compañías de estas características. Pese a tener un tamaño mediano, sus cifras y contratos muestran un perfil puntero en algunas áreas en la que opera: servicios financieros, transporte y tráfico, tecnologías de la información y seguridad y defensa. Está presente en 118 países y cuenta con filiales en 45, dedica casi el 8% de sus facturación a I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) y tiene una plantilla de la que 36.000 personas cuentan con una alta cualificación profesional. Indra ha firmado acuerdos comerciales o tecnológicos con las más importantes multinacionales mundiales, tanto en el área de defensa, telecomunicaciones, sanidad o energía, como Lockhead Martin o EADS.

La sensibilidad respecto a esta compañía está relacionada además por sus relaciones y servicios con organismos como el Ministerio de Defensa, la Armada o la OTAN. En este contexto, fuentes consultadas señalan que el Gobierno «controlará» a quién se destine el 20% en una eventual desinversión de Bankia. Otro 5% del capital está en manos de Liberbank (Cajastur), paquete que también podría ser vendido dentro del proceso de esta reordenación bancaria. Un 11,3% es propiedad de Corporación Financiera Alba y un 5% de Casa Grande de Cartagena (vehículo de inversión de la familia Del Pino).

Los mismos medios están, asimismo, escépticos respecto a la posibilidad de colocaciones rápidas; ahora no se cuenta con la opción de las cajas y los fondos extranjeros están reacios con España. No obstante, en el caso de Indra no se duda que alguna multinacional se interese por ella, como ha ocurrido a lo largo de los últimos años. La francesa Thomson llegó a ser uno de sus accionistas de referencia, incluso antes de la privatización. En Indra, además, siempre se ha apostado por socios estables.