El miedo se extiende entre los griegos, que temen que la posible salida del país de la moneda única, unido a la falta de liquidez y endeudamiento de sus entidades financieras les deje sin nada. Y tras conocer que no ha sido posible formar un nuevo Gobierno y que, de nuevo, deberán pasar por las urnas han decidido sacar sus depósitos de los bancos por si acaso se quedan sin nada. El Banco Central de Grecia ha confirmado que en un solo día los ahorradores han sacado 800 millones de euros y ha hecho sonar las alarmas, advirtiendo al Gobierno heleno que preside Karolos Papoulias, porque se podrían verse colapsados los bancos ante la retirada de depósitos.

Cabe recordar que el pasado año, los griegos evadieron 35.400 millones de euros y la incertidumbre y caos político en el que vive el país podría acelerar a que los ciudadanos que aún tienen algo que salvar, lo pongan a buen recaudo. De esta forma, el ahorro vuelve a las casas y los capitales se fugan a otros países. Así se lo ha hecho saber el gobernador heleno, George Provopulos, al presidente griego. Ambos evitan utilizar la palabra «situación de emergencia», aunque mucho se temen en el Banco Central Griego que no se puede evitar «el pánico», porque hasta que se celebren las elecciones el próximo junio quedan muchos días en que la situación irá empeorando.

Provopolus ha confirmado la debilidad en la que se encuentran las entidades financieras griegas, mientras ya han tenido que dar a sus clientes 800 millones de euros en un solo día. La gran pregunta ahora es si se decidirá restringir la cantidad que cada depositario puede hacer, el conocido como «corralito«. Y como un círculo vicioso también por el miedo a esta restricción los ciudadanos están intentando salvar lo más rápido posible el dinero depositado en las entidades, más que nada porque si el país, finalmente sale del euro, su dinero se verá devaluado y perderán gran parte del valor que tenían depositado. La única forma de parar esta «fuga» de dinero es que el propio Banco Central Europeo (BCE) garantizara sus depósitos.

Este temor comenzó nada más comprobarse el fracaso de los partidos políticos de poder formar gobierno. Bruselas había impuesto la condición de que se pusieran de acuerdo, pero no ha sido posible y, la primera respuesta la han dado los mercados que esta vez dan por seguro que Grecia se saldrá del euro. En nada ayudan tampoco las declaraciones de líderes políticos e instituciones internacionales. Merkel y Hollande han mostrado su interés por defender a Grecia para que se mantenca en la moneda única, pero algunas voces del BCE o del FMI dan por segura la marcha del país heleno. En esta maraña de contradicciones, cada vez hay más formaciones políticas griegas que se suman a la voz de la calle para que acabe tanto recorte y ajuste. Y Bruselas vuelve a poner de nuevo el ultimatum sobre la mesa: si no hay más recortes, no hay más ayudas financieras, lo que condena a la bancarrota al país a partir del próximo mes de julio, en que nuevamente llegan nuevos vencimientos de deuda que no se podrán atender sin esa ayuda exterior.

De acuerdo con los datos del Banco Central griego, las entidades del país cuentan con unos depósitos y ahorros de 165.400 millones de euros. La retirada de ahorros y la fuga de los capitales al exterior se suma al grave problema que tiene el país, y que no es otro que tener 50.000 millones para poder reestructurar el sistema financiero griego, cuyos «agujeros» en gran parte se encuentra también en la deuda del Estado comprada cuyos vencimientos no van a poder cobrar.

El BCE les cierra el grifo

Y para colmo de males, el BCE ha decidido congelar su política de dar liquidez a las entidades griegas que no han podido ser recapitalizadas. La entidad que preside Mario Draghi todavía no ha encontrado un solo indicio para ver que se ha hecho algo para reformar el sistema y buscar soluciones para hacer solventes a las entidades. Los rumores en el mercado es que la autoridad monetaria europea podría haber tomado la decisión de solo acudir en socorro de los bancos solventes, lo que podría precipitar su quiebra.