Rayos y truenos

17/05/2012

Luis García. Las tormentas son una buena razón para renunciar a una excursión; pero vistas desde un refugio seguro son un formidable espectáculo que se presta a la observación y la reflexión para abrir nuestras mentes.

Desde el amanecer los rayos de sol hacen aumentar la temperatura y provocan la evaporación que va formado nubes. A lo largo del día los cúmulos se desarrollan en vertical y si  se convierten en cumulonimbos las posibilidades de tormenta son muchas.

Un cumulonimbo llega a tener 10.000 metros altura, es de color gris negruzco y su coronación presenta con frecuencia una característica forma de yunque como consecuencia de los fuertes vientos que lo azotan en su cúspide.

En algunas zonas húmedas, en las temporadas de mayor insolación, las tormentas pueden repetirse día tras día como si se tratara de un ritual.  Por ejemplo; en Pirineos no es raro que, durante el mes de agosto, tras un amanecer despejado se formen pequeñas nubes a lo largo de la mañana, que terminan por convertirse en nubarrones y descargar a media tarde, aportando el agua que al día siguiente formará nuevas nubes.

Las tormentas suponen peligros reales, que en montaña van más allá de los rayos: humedecen pedreras y lanchas, propiciando las caídas; ocasionan desprendimientos; hacer subir el nivel de las corrientes de agua y nos ponen en apuro si nos encontramos en un cauce encañonado; causan descensos bruscos de temperatura, etc. Son una buena razón para renunciar a una excursión, o abortarla si ya le hemos iniciado.

Debemos estar atentos a los pronósticos meteorológicos, a la evolución de vientos y nubes, y no está demás fijarnos en el comportamiento de los animales; si cabras monteses y rebecos abandonan las cumbres para buscar refugio en el llano, es aconsejable que hagamos algo parecido.

Si se erizan los cabellos, o nuestras ropas producen pequeños chasquidos, el peligro es inminente y necesarias las precauciones.

Evitar los objetos metálicos o puntiagudos, los lugares elevados y todo lo que nos haga sobresalir de lo que nos rodea son precauciones elementales. Debemos procurar mantenernos aislados eléctricamente.

En el refugio

Vistas desde un refugio seguro, las tormentas pueden ser un gran espectáculo. Mirar los rayos y escuchar los truenos pueden aportarnos algunas enseñanzas; reflexionar sobre ellos abrirá nuestra mente.

Decimos que los rayos caen y tendemos a imaginárnoslos como si descendieran desde el cielo a la tierra. A veces es así, pero los rayos son corrientes eléctricas que saltan entre dos puntos con diferente carga eléctrica, y la corriente puede saltar tanto de arriba abajo como de abajo a arriba, también de forma transversal, o ir una descarga al encuentro de otra. Pueden saltar de nube a tierra; pero también de tierra a nube, entre dos nubes, o entre dos partes de una misma nube.

Las corrientes, de alto voltaje,  generan calor que hace que el aire de su entorno se expanda, y al expandirse producen ese sonido propio de toda explosión. Como, además, las corrientes eléctricas se desplazan a velocidades próximas a las de la luz, ese ruido llega a nosotros con gran estruendo ya que aquello que lo originó ha roto “la barrera del sonido”.

Pero el gran volumen sonoro de los truenos no es el único fenómeno curioso  que se produce como consecuencia de la alta velocidad a la que viajan las corrientes eléctricas. Imaginemos un rayo que “cae” (tal y como describe la creencia tópica) desde 10.000 metros de altura e impacta en el terreno a 360 metros del lugar en el que estamos. Veremos el rayo, o el relámpago, casi en el mismo instante en que se produce; pero  el sonido sólo empezaremos a oírlo al cabo de un segundo.  Después, lo continuaremos oyendo durante 10.000/360 segundos, es decir hasta que llegue a nosotros el sonido del momento en que se inició la descarga.

Si reflexionamos llegaremos conclusión de hemos oído la descarga al revés, es decir que lo primero que hemos oído (su llegada a tierra) es lo último que ocurrió, y que sólo después de más de veinte segundos oímos el final de trueno, es decir el momento en el que comenzó el proceso.

Los oídos más refinados pueden incluso intentar determinar si el rayo se ha  producido acercándose a nosotros (de cielo a tierra) o alejándose (de tierra a cielo)  ya que su sonido no es el mismo cuando se acerca que cuando se aleja, de manera similar a lo que ocurre en los circuitos de fómula uno, según los bólidos se aproximen o distancien.  Es  el efecto doppler

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