La huelga general en la Enseñanza pública pilló el martes a sus señorías en pleno debate del Presupuesto, ese trámite en el que un ministro detrás de otro sube al estrado a defender su sección. Desde los tiempos del conde de Romanones, ministro de Gracia y Justicia con Alfonso XIII, sabemos que vivir fuera del Presupuesto es vivir en el error. Y puesto que el recorte en Educación supera 5.600 millones de euros entre este año y el que viene y va a dejar en el desempleo a más de 50.000 profesores interinos, a los que, además, se les cancela en junio el contrato para no pagarles las vacaciones, se comprende el descontento y la “marea verde”.

De la sucesión de ministros que desde la tarde del lunes a la del miércoles, cuando se vote y se rechacen todas las enmiendas, desfilan ante el pleno del Congreso, ninguno pide perdón a los excluidos del Presupuesto, sean maestros, médicos, sanitarios o personal meramente administrativo. La culpa de los ajustes, ya lo sabemos, es del gastoso Zapatero, que disparó el déficit. Y para que vean que “se puede hacer más con menos”, ahí quedaron las palabras de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, mujer indómita, sobre esa Cumbre Iberoamericana de Cádiz, que va a costar 4,9 millones de euros, casi la mitad de lo que costó la de Salamanca en 2005.

Pero ese y otros edificantes ejemplos de ahorro no impidieron el contagio de la “marea verde”. El diputado de IU-ICV Joan Josep Nuet acudió al pleno con la camiseta verde de los huelguistas. La socialista Concha Gutiérrez, en traje oscuro, invocó a los millones de jóvenes en paro, deploró la liquidación de las políticas activas de empleo y Formación Profesional ocupacional, lo que añadido a los recortes en Educación e Investigación “está negando el futuro y ahogando a los jóvenes”, dijo. Hasta un señor de derechas como Josep Sánchez Llibre, de CiU, afirmó: “Al Gobierno del PP le falta alma social”.

Con escuchar a la socialista Isabel López i Chamosa –intervino sobre el desajuste de las cuentas de la Seguridad Social, con una caída de las cotizaciones del 3,1% sobre lo previsto hasta el momento y un incremento de gasto del 2,7%, también sobre lo presupuestado– sobre el último informe de la OIT, que augura “una generación perdida” con los recortes educativos, era más que suficiente para sumarse a la “marea verde” que a las 18:30 tenía previsto ocupar la plaza de Neptuno y avanzar hacia la bancaria plaza de Sevilla.

Más, ¿que puede hacer el Gobierno de Rajoy, Wert, Montoro, Guindos, Fátima Báñez para no quitar 233 euros a cada uno de los 9,5 millones de alumnos –desde la enseñanza primaria a la superior– de este país? O, si se prefiere, ¿para no restar 2.700 euros este año a los más de 800.000 maestros, profesores y personal docente? El Ejecutivo ha convencido a sus correligionarios autonómicos de que no hay otra opción. Pero al escuchar a Pere Macías, de CiU, decir que claro que la hay, pues “sacando a concesión los aeropuertos del Prat y Barajas se lograrían los 6.500 millones necesarios”, uno empieza a sospechar que, en efecto, los gobernantes del PP no tienen alma ni temen al infierno.